El pasado día 25 de noviembre, como es sabido, se
celebró el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia
contra la Mujer, lo que entre otras cosas, dio origen a multitud de
manifestaciones y concentraciones en diferentes ciudades del planeta.
Afortunadamente, con los tiempos algo hemos avanzado y ya no es un
delito que permanezca invisible, como lo ha sido durante siglos; al
fin se ha logrado que al menos se produzca un unánime rechazo
colectivo hacia tan infame conducta. Sin embargo, en gran medida,
sigue estando oculto, soterrado, al abrigo de arcaicos
convencionalismos y prejuicios sociales, y más aun si nos adentramos
en determinados ámbitos étnicos o culturales.
Continua siendo, por tanto, indispensable que la
sociedad persista y siga movilizándose, comprometiéndose en la
lucha contra esta inmensa crueldad que sólo causa dolor, miedo y
muerte en las familias que lo sufren. Y como individuos, hemos de
hacer otro tanto y ser conscientes de que nuestra obligación moral
solo pasa por el inexcusable deber de aportar cada uno su grano de
arena, para de ese modo, ir fijando un peldaño más en el camino
hacia la concienciación, y avanzar sin concesiones en la definitiva
erradicación de esta lacra.
Con ese impulso, los miembros del CLUB DE LECTURA de la
BIBLIOTECA PUBLICA DEL ESTADO “ADOLFO SUAREZ”, nos reunimos como
suele, pero en esta ocasión para comentar el libro de nuestra
admirada y querida escritora ceutí María Jesús Fuentes, “Hebras
de una hoguera” (Ed. Cuadernos del Laberinto), en el que trata sin
ambages el tema de la violencia de género. Tuvimos además la
oportunidad de contar con la inestimable presencia de la autora, que
nos ofreció su punto de vista y nos ayudó a desgranar el contenido
de su obra.
En “Hebras de una hoguera”, la autora logra meterse
con maestría y franqueza en la piel de una mujer que empieza a
padecer el maltrato por parte de su pareja, y como desgraciadamente
aun suele ocurrir, ha de hacer frente, no solo a sus propios temores
y aflicciones, sino también a la incomprensión de sus familiares y
amigas. El título, según nos confesó María Jesús Fuentes, se
debe a una frase de Virginia Wolf, una de sus escritoras favoritas,
que en su libro “Las Olas” compara un amanecer con las hebras de
una hoguera (“ las hebras de una hoguera se
fundieron en un resplandor”), estableciendo
así un simbolismo muy eficaz con el despertar hacia el que
evoluciona la protagonista.
Tras el primoroso Prefacio, a cargo del poeta Jorge de
Arco, y nada más empezar su lectura, nos damos de bruces con el
primer verso, una frase impregnada de tanta verdad que resulta toda
una declaración de intenciones; “Nunca
pensé que me pasaría a mí”, asume la
protagonista, haciendo suyo un pensamiento que a buen seguro han
tenido en alguna ocasión la mayoría de las víctimas, y dejando
entrever que esta violencia ejercida sobre la mujer no entiende de
clases sociales.
Emplea la autora un método novedoso y certero para
asomarnos a la piel de la protagonista; el poemario esta escrito en
primera persona, entrelazando poemas con textos en prosa, en
estrecha relación con sus diferentes estados de ánimo, y
adoptando la forma de un diario, lo que favorece el tono íntimo,
sincero y conmovedor que predomina en la obra. Va urdiendo así,
página a página, un hilo conductor que lleva al lector de la mano
por las distintas etapas que sufre en sus propias carnes nuestra
heroina; atisbamos a través de sus ojos, con un realismo sincero y
crudo en ocasiones, ese círculo vicioso y trágico de agresiones
psicológicas y verbales que invariablemente anteceden al inicio de
la violencia física, advirtiendo al mismo tiempo las estrategias de
las que se sirve la mujer para eludir y minimizar los daños, un
coctel tóxico que va ingiriendo poco a poco y en que se mezclan la
incredulidad, la sorpresa inicial, la duda, la culpabilidad y el
miedo.
En ese diario, en el transcurso de los once meses en
que acompañamos por su tortuosa montaña rusa particular a la
protagonista, la tensión va en aumento , alternándose las fases de
violencia atroz con las de culpa y remordimiento, pasando por la más
árida resignación, hasta que comenzamos a atisbar leves destellos
de esperanza que convergen al fin en la única decisión posible;
desterrar el miedo, luchar, sobreponerse y huir.
Utiliza, asimismo la autora, con la precisión propia
de un cirujano, un verso tenso, honesto y valiente, armado con un
vocabulario cercano, a menudo trufado de coloquialismos ([…]me
hizo sentir como una colilla a la que pisotear”),
y donde palabras como “alimaña”,
“soledad”,
“telaraña” y
“futuro incierto”,
cobran un significado propio.
En los últimos versos podemos ser testigos de cómo la
protagonista, finalmente y para alivio del lector, logra librarse de
su pesada mochila de dolor y miedo, ese “lastre
innecesario” que la somete, y emprende su
marcha con un “bolso mágico”
repleto de anhelos y esperanza, intuyendo de una vez por todas que
sin libertad no hay destino.
“ Decidida, orgullosa/ saboreando el horizonte/
dispuesta/ a luchar/ que vida tengo/ para que vivamos.”
Como la misma editorial reseña, esta obra “quiere
y puede ser mucho más: un punto de apoyo para quienes se ahogan en
el sentimiento culpabilidad inculcado por la comodidad ajena; un
respaldo afectuoso para quienes han perdido la fe en sí y una
palmada alentadora que denote que se puede romper con todo y salir
adelante, además de un reconocimiento a quienes, en el anonimato,
dedican, altruistamente, su tiempo a ayudar y a encontrar
soluciones”.
Es
, por encima de todo, un libro que invita a reflexionar, a sentir,
que transita por multitud de cuestiones (¿el arrepentimiento del
maltratador es sincero o solo se trata de una pose, una argucia para
continuar en su bárbaro empeño y aumentar sus coacciones? …),
indagando en los cánones socialmente establecidos, como el propio
concepto del amor, y haciéndonos caer en la cuenta de que los
auténticos enemigos de la mujer no son los hombres, sino la
desigualdad y el machismo.
Pero
como en cualquier pandemia, una vez se ha detectado el virus, ¿a
qué esperamos para empezar a vacunar a toda la población?.
Ceuta, 28
de noviembre de 2014
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