jueves, 14 de diciembre de 2017

LÁGRIMAS EN LA LLUVIA” de Rosa Montero.

Por: Domingo Nofuentes Hernández.


La literatura es siempre una expedición a la verdad”, escribió Kafka. Los aficionados a la lectura entendemos que en gran medida leemos para intentar comprendernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, para conocer algo más acerca de nuestras contradicciones, miserias y grandezas, de lo que nos hace humanos. La literatura nos permite sumergirnos en un mundo desconocido en el que explorar escenarios y sentimientos a los que de otra forma no podríamos asomarnos, e incluso trasladarnos a mundos inimaginables sin tener que movernos siquiera del sillón. Pero si la literatura desde La Odisea, ha tratado siempre de describir el mundo tal y como es, solo un género se ha propuesto representar el mundo como podría ser: la ciencia ficción. La ciencia ficción abarca toda clase de relatos; aventura, comedia, drama, misterio, terror, etc, pero su particularidad viene dada por el hecho de que sitúa la acción en unas coordenadas espacio-temporales imaginarias y diferentes a las nuestras. Así todo, lo que sigue haciendo tan interesante a este género literario es que continúa siendo capaz de crear escenarios que inspiren debates filosóficos, sociales o científicos sobre la naturaleza del hombre y de la sociedad, e insiste en plantearnos dudas, en señalarnos peligros o en estimularnos a que indaguemos en busca de respuestas.
Tal es el caso de la novela que se propuso este mes para ser comentada en el CLUB DE LECTURA de la Biblioteca Pública del Estado en Ceuta. “Lágrimas en la lluvia” (Seix Barral, 2011), de la escritora madrileña Rosa Montero, es una novela que podríamos alojar en la tradición del género negro o del thriller policiaco, sino fuese porque su trama transcurre en el Madrid del año 2109. La protagonista, Bruna Husky, es una detective que se ve envuelta en un caso con tintes conspiratorios cuando intenta esclarecer la autoría de unas muertes en extrañas circunstancias. Pero no reside en esta trama criminal la verdadera fuerza de la novela, sino en el paisaje de fondo que construye la escritora, un mundo imaginario pero coherente y apasionante, donde son cotidianos los viajes interplanetarios y la teleportación , donde hay unos androides orgánicos creados por los humanos (con sentimientos iguales a los humanos pero con ciertas mejoras físicas) a los que llaman replicantes, en clara alusión a la película “Blade Runner” de Ridley Scott. La detective Bruna Husky es una de esas replicantes o tecnohumanos , los cuales a pesar de que son creados cuando cuentan con unos veinticinco años de edad y por tanto morfológicamente adultos, sufren una especie de cáncer agónico que provoca su muerte pasados diez años. A estos seres sintientes (en la terminología de la novela) le son implantados recuerdos, memorias artificiales, que en cierto modo sirve para estabilizarlos y que tengan una personalidad más definida. A pesar de que legalmente tienen los mismos derechos que los humanos, existe un latente especismo del que derivan continuamente problemas de convivencia avivados por el supremacismo de algunos colectivos humanos.
Para que el lector a su vez pueda contextualizar ese mundo futuro, la autora utiliza el recurso de intercalar el trabajo de un Archivero, amigo de Bruna, que se encarga de revisar ante nuestros ojos ciertos episodios históricos, los cuales están siendo modificados subrepticia e interesadamente por alguien desconocido con la intención de manipular a las masas en contra de los replicantes.
A pesar de que Rosa Montero nos sumerge en un futuro instalado en el colapso ecológico (cada uno ha de pagar la calidad del aire que respira…) , sumido en una crisis económica, donde el integrismo religioso y las luchas de ideologías extremistas utilizan continuamente el odio como arma de su oportunismo político, la novela se nos revela como un relato de supervivencia, sobre la moral y la ética individual, sobre el amor y la necesidad del otro. La autora nos invita a la reflexión en distintos planos y sin pátinas moralistas de por medio, desde temas más livianos como son algunas preocupaciones contemporáneas insertadas en esa tramoya futurista (las desigualdades sociales, la catástrofe medioambiental, etc), hasta asuntos tan trascendentales como el miedo a la muerte o la importancia de la memoria. Es a través de la protagonista, Bruna, y de la angustia que le produce saber el tiempo que le queda por vivir, de donde surgen las reflexiones más interesantes acerca de la muerte y del miedo que produce, de la búsqueda de respuestas cuanto ésta se aproxima, de cómo los replicantes viven enfrentados a su final, mientras los humanos se las apañan para mirar a otro lado. Y también de la naturaleza maleable de la memoria, ya que los replicantes viven instalados en una ficción basada en unos recuerdos implantados artificialmente por los memoristas (si nuestra identidad se basa en nuestra memoria, ¿qué pasaría si ésta cambiase?). Es también, al mismo tiempo, una novela política, en su sentido más profundo, donde se reflexiona sobre el poder y sus excesos, incluso sobre cómo la democracia se ha transmutado en un sistema hipócrita, corrupto y desesperante.
Se trata, en definitiva, de una magnifica novela narrada magistralmente, bien construida y con algunos momentos entrañables, aunque como suele ocurrir en las reuniones del CLUB DE LECTURA, las opiniones fueron dispares al respecto. En esta ocasión a penas hubo término medio, desde a los que nos sedujo y fascinó completamente, hasta a los que les resultó indigesta su lectura. Y esto quizás se deba a que la ciencia ficción es una propuesta que requiere generalmente un salto conceptual, y a priori, una actitud de franca receptividad y amplitud de miras por parte del lector, que debe encarar el esfuerzo intelectual de comprensión y asimilación de los conceptos y escenarios fantásticos que se nos muestran en la novela.
Ningún género literario a lo largo del siglo XX y XXI ha influido transversalmente tanto en el diseño, la arquitectura, la moda, la ingeniería, la música y el cine como la ciencia ficción. Su fama como vehiculo de entretenimiento a menudo no deja vislumbrar su eficacia como prodigiosa herramienta para hablar de cosas de aquí y ahora, pero de una manera que aterre menos, casi en clave de fábula, como tradicionalmente ha ocurrido desde el Frankestein de Mary Shelley (1818), pasando por los grandes maestros, como pueden ser Julio Verne y H.G. Wells. Pese a que éste género ha sido defendido por numerosos y prestigiosos expertos, y es muy demandado en otros países, en España continúa siendo un género confuso para el gran público, de escasa comercialidad y despreciado por casi toda la crítica académica española. Como ocurre en “Lágrimas en la lluvia”, la ciencia ficción no habla del futuro, sino de la condición humana, el gran tema de la literatura universal, junto con las historias que tienen que ver con el poder, con el amor, con la muerte…, las grandes cuestiones que nunca se agotarán, porque siempre ha habido héroes y villanos, e historias que contar a propósito de ellos.











miércoles, 25 de octubre de 2017

COLABORACION CLUB DE LECTURA

PATRIA” de Fernando Aramburu.

Por: Domingo Nofuentes Hernández.


Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”, esa es una de las reflexiones que nos brinda el ya fallecido escritor José Saramago en su libro “Cuadernos de Lanzarote”, una consideración que por desgracia se desoye de continuo en un país como el nuestro. Es un hecho que, antropológicamente nos diferenciamos de otras especies por nuestra capacidad de aprendizaje, lo que está íntimamente conectado con nuestra memoria. Pero hay otra faceta en nosotros, la que nos viene dada como animales políticos que somos, que necesitaría ser revisada con urgencia: nuestra flagrante e interesada facilidad para olvidar. Como sociedad, ya sea por comodidad o por pura conveniencia, constantemente ponemos en marcha mecanismos cuyo único fin no es otro que consumar toda una política de desmemoria y ponerla al servicio de unos pocos intereses partidistas.
Es en ese punto, donde la literatura se puede convertir en una magnífica herramienta que nos permita ver, sentir y reflexionar por nosotros mismos sobre hechos de nuestra historia común, para tratar así de luchar contra el ominoso silencio que supone el olvido. Una novela puede ser muchas cosas. Un contenedor donde caben la imaginación, el ensayo, el testimonio, los recuerdos. Pero también es una manera de ordenar el caos, de luchar contra la desmemoria. O por los menos así parece que ha sido para el escritor Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) en su última novela  “PATRIA”  (Tusquets), libro que ha sido propuesto para ser comentado en el CLUB DE LECTURA de la Biblioteca Pública del Estado en Ceuta para nuestra reunión mensual. A través de esta obra, logramos adentrarnos en al alma de dos familias en el País Vasco, en los años del horror terrorista: dos hombres, dos mujeres y sus cinco hijos, unidos por una prolongada amistad que se rompe el día en que a uno de ellos, empresario, se le exige el pago del impuesto revolucionario, el día en que uno de los hijos del  amigo íntimo entra a formar parte de la organización terrorista ETA. La ruptura de esta amistad acaba convirtiéndose en símbolo de la fractura de un pueblo; unos, víctimas absolutamente inocentes; los otros, sus asesinos y sus cómplices. De un lado tenemos a Bittori, la mujer de Txato, un hombre humilde metido a gerente de una pequeña empresa de transportes al que en un momento dado ETA envía una carta exigiéndole el pago de una cantidad de dinero. Bittori es una mujer sencilla, poco ilustrada, muy religiosa y en ocasiones casi beata. Del otro lado está Miren, la madre del etarra, del miembro de ETA que participa en el asesinato de Txato. Ambas hablan con sus fantasmas interiores de manera muy directa; Bittori con su marido muerto (al modo de “Cinco horas con Mario” de Delibes) , Miren con San Ignacio de Loyola, pero a pesar de que se parecen mucho en su estructura mental terminaran por convertirse en dos polos completamente opuestos.
Como ocurre necesariamente en el seno de las reuniones del CLUB DE LECTURA, las opiniones sobre la novela fueron tan heterogéneas como en el fondo lo somos cada uno de sus lectores, lo que sin duda, es muy de agradecer, ya que de ese modo siempre las conversaciones y el debate son mucho más ricos en matices. Mientras que para algunos de nosotros se trata de una novela farragosa de leer, escrita en un lenguaje demasiado escueto, desprovisto de matices verdaderamente literarios, y cuya popularidad y éxito de ventas podría achacarse a los subterfugios mercantiles del mundo editorial, para otros (entre los que me incluyo) ha supuesto el encuentro con una gran novela, que se puede leer como un relato de ficción acerca de una historia real, en gran parte debido a que el autor ha sabido ponerse en la situación de los distintos actores que intervienen, pero que sobretodo, resulta un relato sobre las víctimas y la incesante victimización a la que son sometidas. Ofrece esta obra asimismo, muchos niveles de lectura, en los que el autor trata multitud de temas transversales, como el papel de la iglesia en el conflicto vasco, la tupida trama de control, extorsión y opresión a la que estaba sometidos las personas que no comulgaban con el ideario abertzale, la angustia que supone pasar toda una vida en la cárcel (Aramburu nos esboza a unos “malos” que son vulnerables, y a la vez responsables de su propia destrucción), etc. Pero por encima de todo podemos encontrar entre sus páginas una firme y constante llamada a la reflexión sobre la insensata costumbre de los seres humanos de creer que asesinando a los adversarios políticos se resuelven los problemas.

Como advertía Albert Camus en su ensayo “ El mito de Sísifo” , cualquier tipo de terrorismo tiene una única raíz: el fanatismo, esa forma de ceguera ideológica y depravación moral que ha hecho correr tanta sangre e injusticia a lo largo de la Historia. Así pues, en “PATRIA”, ese fanatismo rezuma por todos lados, desde cómo se dirige hacia los jóvenes simpatizantes del bando etarra arrastrados al asesinato por absurdas consignas (los jóvenes son siempre los eslabones más débiles de la cadena), pasando por la sistemática tergiversación de la realidad, hasta el modo en que ese fanatismo es tan intenso que quiebra uno de los lazos más fuertes que es capaz de tejer el ser humano; la amistad que existe entre las dos familias protagonistas.

lunes, 24 de abril de 2017


LA SOMBRA DEL VIENTO” de Carlos Ruiz Zafón.

                  Por: Domingo Nofuentes Hernández.


He de confesar que como norma general, suelo evitar las relecturas, excepto con contadas excepciones. Lo que sí se me ha hecho costumbre es releer cada cierto tiempo algunas obras clásicas, o algunas otras que yo considero fundamentales. Ya sé que a menudo releer una obra te puede permitir descubrir otros matices que en su momento pudieron pasar desapercibidos al lector, pero en otras muchas ocasiones, volver a enfrentarse a una lectura que se leyó con entusiasmo a los veinte años puede resultar decepcionante, bien porque con la edad nos volvemos más resabiados, bien porque algunos textos no aguantan decorosamente el paso del tiempo. Por dicha razón, principalmente, es por la que prefiero guardar de algunos libros un buen recuerdo difuso, como se guarda de ciertos amigos.
De ahí que cuando se propuso en EL CLUB DE LECTURA de la Biblioteca Pública del Estado “Adolfo Suarez”, abordar la lectura de “LA SOMBRA DEL VIENTO” (Ed. Planeta, 2001) de Carlos Ruiz Zafón, despertara en mí ciertos sentimientos contradictorios, ya que leí la novela hace algunos años, coincidiendo con su publicación e influenciado por la gran popularidad que adquirió entre los lectores gracias al boca-oreja, y me dejó cierto regusto insulso.
Para aquellos que desconozcan la obra solo mencionar que fue el primer éxito de Juan Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, 25 de septiembre de 1964) , que ganó varios premios a nivel mundial (Premio Fundación José Manuel Lara, Prix de Sait Emilion en Francia, Gumshoe Award en Estados Unidos, Premio de los Lectores en Holanda, …) y se convirtió al poco tiempo en uno de los libros más vendidos y traducidos de todo el mundo. Fue el punto de partida de una serie al que le seguirían otras tres novelas mas: El juego del ángel (2008), El prisionero del cielo (2011) y El Laberinto de los Espíritus (2016)..
A modo de somero resumen podemos referir que el relato está ambientado en una lúgubre Barcelona de posguerra en la que nos topamos con un muchacho, Daniel Sempere, el narrador-protagonista, huérfano de madre y al que su padre conduce una mañana del año 1945 a un misterioso lugar oculto en pleno corazón de la ciudad; el cementerio de los libros olvidados. Allí Daniel encuentra un libro que cambiará el rumbo de su vida, la obra titulada como “La sombra del viento” y escrita por un escritor desconocido y enigmático llamado Julián Carax. La novela y el autor pronto acaparan toda la atención de Daniel, que se lanza a indagar sobre sus orígenes. Todo ello lo conducirá a toparse con personajes sorprendentes, extravagantes y perversos, entrando así en una espiral de peripecias, intrigas y secretos que lo llevan a deshilar la historia poco a poco a lo largo de sus más de quinientas páginas.
Como suele ocurrir indefectiblemente entre los miembros del Club de Lectura, en la reunión encontramos tantas opiniones y tan dispares que avivaron desde el principio la conversación y el debate, eso sí, argumentando convenientemente cada uno de nosotros nuestras apreciaciones. Mientras que para algunos de nosotros no es sino una novela del montón (entono el mea culpa), con un estilo que a menudo se torna inverosímil e impostado, a los que les parece inexplicable que haya tenido tanto éxito de ventas, achacándolo sin duda a cuestiones “extraliterarias” y que muy probablemente tienen más que ver con el marketing que con sus dotes prosísticas, para otros, por el contrario, se trata de una magnifica obra entroncada con la mejor novela decimonónica de ecos costumbristas a la manera de Dickens o Galdós, repleta de poéticas descripciones , de profundas reflexiones y de frases dignas de ser subrayadas, que trata grandes temas como la amistad, el poder o el amor.
En lo que la mayoría sí nos mostramos de acuerdo, más allá del gusto literario de cada cual, fue en que en cierto sentido se trata de una novela de novelas, es decir, congrega en sus páginas multitud de géneros y códigos narrativos diferentes, es, cogiendo prestadas las palabras del propio narrador “[…] una de esas muñecas rusas que contiene innumerables miniaturas en su interior” (pag.19).
En efecto, y a poco que nos asomemos a su lectura, podemos detectar diferentes géneros que se entremezclan sin orden aparente, con ecos de la novela policiaca, la novela filosófica, la tragedia clásica, novela histórica, etc. El autor, a través de un eje genérico vertebrador con tintes de novela folletinesca ( con personajes maniqueos, lances exagerados, historias inverosímiles…) , y gótica (ambientes tenebrosos y oscuros con elementos sobrenaturales y personajes misteriosos) nos adentra en una estructura laberíntica, que además está repleta de digresiones en las que se agolpan multitud de recuerdos, reflexiones y anécdotas, que nos conduce a través de la acción. Es, asimismo, una novela de gran ritmo, entretenida, bastante bien escrita, y con una trama urdida de forma inmejorable a través de una excelente técnica literaria, que en ciertos pasajes nos hace evocar fórmulas cinematográficas (debido, sin duda, a la labor de escritor de guiones que ha estado desempeñando el autor durante tantos años en Los Ángeles). Otro gran acierto de la novela se encuentra en sus personajes secundarios, que son los que verdaderamente resultan más interesantes al lector, y sobre todo el personaje de Fermín, el atolondrado amigo de Daniel, vagabundo estrafalario y de buen corazón que a pesar de ser el más disparatado y sobreactuado de todos los personajes de la novela, es a través del cual salen a relucir los pensamientos más profundos y las verdades más universales ( y que nos recuerda en ocasiones vivamente al protagonista de “El misterio de la Cripta Embrujada” de Eduardo Mendoza). Pero quizás la clave para poder acercarnos a la técnica narrativa de Carlos Ruiz Zafón y entenderla en su medida, nos la brindó nuestro compañero Ilias, lector entusiasta de este autor, al hacernos reparar en que Ruiz Zafón utiliza en las novelas de esta tetralogía los mismos esquemas y el mismo canon empleado en sus novelas juveniles, llenos de elementos quiméricos y fantásticos, quizás con la velada pretensión de reenganchar a sus antiguos lectores.
Hemos de reconocer, pues, que se trata de una novela entretenida, cuya principal virtud reside en que consigue arrastrar al lector con la fluidez de su prosa y sus diálogos, y conducirlo a través de numerosos misterios, oscuras historias de familia, amores trágicos, venganzas y asesinatos, hacia un final en el que están abocados a converger los protagonistas del relato. Es, pese a todo, una novela de esas que merece la pena tomarla de la estantería y sentarse a leerla (o releerla) sin prisas, con todo sosiego.