jueves, 19 de febrero de 2015

TECHOS REDENTORES” de Manuel Cantera
por: Domingo Nofuentes Hernández




A aquellos a los que nos seduce la idea de escribir, de narrar historias, siempre nos surge la eterna pregunta de qué escribir; en ocasiones nos devanamos los sesos cuestionándonos de dónde podemos sacar una historia y unos personajes, o cómo hacer que estos resulten creíbles y llenos de matices, sin caer en la cuenta de que para crear personajes interesantes no hace falta ir a buscarlos muy lejos. La inmensa mayoría de nosotros tiene a mano hermanos, tíos o sobrinos, y los temas también están ahí. La experiencia de vivir en una familia es universal; ya sea por la intensidad de los sentimientos que se ponen en juego entre sus miembros o por la extrema complejidad de las relaciones que en ella convergen y se plantean, la familia sigue siendo uno de los grandes temas literarios. La familia, como decía Groucho Marx, es una gran institución, siempre y cuando te guste vivir en una institución (aunque aquí conviene aclarar que institution en inglés también viene a significar manicomio ).
Y es una familia, en este caso ceutí, sobre la que orbita la última novela editada en papel del escritor Manuel Cantera. En “Techos Redentores” (Ed. Alhulia), el autor perfila seis historias que confluyen en el mismo drama familiar; seis hermanas que, sin ser radicalmente distintas, gestionan de forma totalmente diferente sus propios fantasmas interiores. Con el propósito de comentar esta obra es para lo que nos reunimos los miembros del CLUB DE LECTURA de la Biblioteca Pública del Estado “Adolfo Suarez” el pasado día 17, contando para ello con la siempre amena e inestimable presencia del propio autor.
El título hace referencia a un poema de Kavafis, que sirve de exordio a la obra, y en la que nos avisa de por dónde va a ir la novela. En dicho poema, el poeta heleno nos exhorta a darnos una tregua y a que otorguemos la misma importancia al descanso que a las obligaciones, convocándonos a que busquemos refugio “bajo los confortables techos redentores”. A partir de ahí asistimos a la crónica del naufragio de una familia , muy convencional de puertas para afuera pero en el fondo totalmente desestructurada, tutelada con mano de hierro por un padre inflexible, militar de profesión, y a través de las voces de las seis hermanas (o cinco, mas bien), que mientras se preparan para la celebración del cumpleaños de una de ellas, se dejan arrastrar por los recuerdos de su infancia, haciéndonos partícipes de sus traumas y angustias más profundas. Construye así el autor un prisma hexagonal de seis capítulos, cada uno narrado en primera persona (menos uno de ellos) y a modo de monólogo interior, en el que nos son reveladas las emociones, las fantasías, las imágenes y la memoria de cada una de las protagonistas, con saltos asociativos en el pensamiento y en el tiempo, muy al estilo de la gran “Juanita Narboni”.
En una apreciación en la que la mayoría de los miembros del CLUB DE LECTURA estuvimos de acuerdo, fue en considerar que cada una de estas seis mujeres darían por sí mismas para seis novelas distintas, por la profundidad , y variedad de matices y colores que presentan estos personajes, que resultan al lector muy cercanos y reconocibles (por no hablar de los magníficos personajes secundarios con que se arropan ).
El autor logra así sacarle la “trastienda” a cada una de las protagonistas, propiciando que estas hermanas aborden al lector con su propio un estilo literario. Adelaida, la mayor, es una mujer de su casa, una madre de familia, muy reiterativa y pesada en ocasiones, un fiel reflejo de su propia madre, y cuya única preocupación es el bienestar de los suyos, evitar por todos los medios a su alcance que sus hijos sufran innecesariamente. Alicia, la siguiente en edad (el patriarca de la familia es tan obseso del orden que el índice onomástico de su prole lo tiene fijado alfabéticamente), es una profesora de Lengua y Literatura española en el instituto Campoamor que a toda costa quiere hacer ver a los demás que es una mujer independiente, cuando víctima de su educación sentimental, no hace otra cosa que estrellarse una y otra vez yendo en busca de un concepto tan idealizado de su hombre perfecto que solo existe en el interior de su cabeza. Amelia, química de profesión, rompe definitivamente su dependencia de los hombres y se autoexilia a la ciudad inglesa de Brixtol, donde trabaja en unos laboratorios, además de colaborar en una ONG con la que pasa un tiempo en los andes peruanos. Anastasia, en cambio, es el verso suelto de la familia, ya desde pequeña y cuando estudiaba en la Inmaculada decidió escoger el camino “fácil” de los robos y la delincuencia, convertida con los años en carne de presidio. Aurora, la penúltima de las hermanas, a pesar de ser la única que no aporta su propia voz a la novela (no puedo desvelar sus circunstancias sin que me acusen de spoiler), es la más feliz de todas ellas y el nexo de unión de esta familia, donde confluyen y se engarzan sus destinos. Por último, Azucena, la pequeña (unos quince años menor que Adelaida), se nos muestra como una profesional del pasotismo, inmersa en una dinámica de vida fácil que la lleva a creerse mejor que los demás por el simple hecho de haber participado en un “reality” televisivo.
Estas mujeres, como se acertó a especular en la reunión del Club y nos fue confirmado por el propio autor, son al mismo tiempo, un trasunto de la evolución sociológica que ha sufrido el papel de la mujer en nuestro país, donde Azucena viene a prevenirnos sobre el tipo de sociedad plana e insustancial a la que vamos irremisiblemente encaminados.
Asimismo, también nos confesó Manolo Cantera que esta novela es su empeño más ambicioso y personal, concebido como un homenaje a su madre, y por extensión a todas las demás mujeres , con las que confiesa sentirse en deuda. Y eso realmente se logra percibir en cada página de “Techos redentores”, donde se rinde pleitesía a esa sabiduría femenina y a ese instinto de supervivencia que les viene dado a las mujeres desde la mismísima Eva.
Es a pesar de todo una novela dura, aunque primorosamente bien escrita, y donde este brillante creador de mundos que es Manolo Cantera, nos hace reír y llorar de la mano de seis mujeres, que acuden a donde solemos ir todos cuando la vida nos zarandea y nos sacude; a refugiarnos en nuestro propio techo redentor para reponer fuerzas y poder así lamernos las heridas.



Domingo Nofuentes Hernández, Ceuta 18/02/2015 

viernes, 6 de febrero de 2015



Nos vemos allá arriba” de Pierre Lemaitre

Por: Domingo Nofuentes Hernández.



Las catastrofes matan a todo el mundo, las epidemias se ceban con ancianos y niños, pero solo las guerras exterminan a los jóvenes en número semejante”.
Con esta franca crudeza se expresa el narrador de esta historia, de cuya mano nos adentramos en el París de la posguerra de la Primera Guerra Mundial. En la Grande Guerre murieron más de nueve millones de personas, cifra nunca alcanzada antes en un conflicto armado, no es de extrañar pues, que para los franceses, aun hoy día, continúe tendiendo un formidable impacto en su inconsciente colectivo (en ese aspecto quizás se podría comparar con la Guerra Civil para los españoles ).
Una de las novelas que vio la luz al albor del centenario de la Primera Guerra Mundial, “Nos vemos allá arriba” de Pierre Lemaitre (Ed. Salamandra), fue la que se propuso para ser comentada en el CLUB DE LECTURA de la Biblioteca Pública del Estado “Adolfo Suarez”, y con ese propósito nos reunimos el pasado día 27. Esta novela fue galardonada en 2013, nada más y nada menos, que con el premio más prestigioso de las letras francesas, el premio Goncourt, lo que le ha proporcionado ya más de medio millón de ejemplares vendidos en Francia. Es uno de esos raros casos que apenas se dan en la literatura y en la que han convergido la opinión del público y la crítica.
Pierre Lemaitre (París, 1951), el autor, hasta entonces desconocido, es escritor y guionista, y debutó en la literatura en 2006, a los 56 años, con una novela negra (tiene otras cuatro novelas policíacas más), pero ha sido con “Nos vemos allá arriba” con la obra que se ha visto encumbrado ha ese Olimpo particular en el que se encuentran Proust y Malraux entre otros.
El argumento en principio no parece muy intrincado. Faltando pocos días para que finalice la Primera Guerra Mundial, un soldado francés, Albert Maillard, es sepultado por un obús y tras participar en una absurda ofensiva tramada por el teniente d´Aulnay-Pradelle para alcanzar fama y honores. Cuando ya estaba a punto de asfixiarse, un compañero suyo, Édouard Péricourt, logra desenterrarlo, con tan mala fortuna que un trozo de metralla lo alcanza y le desfigura terriblemente el rostro. Édouard es un dibujante excepcional , hijo de un todopoderoso hombre de negocios y tras la desmovilización de las tropas se niega a reencontrase con su familia. Albert, de origen humilde, está dispuesto a lo indecible con tal de compensar a Édouard, a quien le debe la vida, hasta el punto de que le ayuda a cambiar de identidad y que resulte dado por muerto. Mientras tanto, el insidioso teniente Pradelle, conoce a la hermana de Édouard y termina casándose con ella, obsesionado con subir a toda costa en su estatus social. Transcurre así la novela, con esta pintoresca pareja de exsoldados malviviendo en el inhumano París de la posguerra, mientras el oficial se va enriqueciendo y comienza a amasar una rápida fortuna con la construcción de cementerios en toda Francia, exhibiendo su ausencia total de escrúpulos tanto a la hora de exhumar los cadáveres como al emplear féretros tan pequeños y de tan mala calidad que sus trabajadores han de cercenar los cuerpos para que quepan en ellos. Pero Albert y Édouard encontrarán juntos la manera de vengar su desdicha, a pesar de que el camino no les resultará nada fácil.

Para los miembros del CLUB DE LECTURA ha sido todo un descubrimiento esta obra y coincidiendo de forma unánime en que se trata de una novela colosal, de las que dejan un indeleble y grato poso en el lector. A alguno de nosotros nos ha enganchado la trama una vez mediada la novela, cuando los dos amigos comienzan sus peripecias, porque es en ese preciso momento cuando comienza a avanzar a ritmo de novela de suspense, con ese estilo tan personal que despliega el autor; refinado a la vez que cercano, ágil y fundamentalmente, muy bien escrito. El narrador se nos muestra como alguien próximo, que incluso en ocasiones se dirige al lector, buscando su complicidad. La trama, además de sostener sobre sus hombros esa profunda carga dramática en la que se ponen de manifiesto las nefastas consecuencias que acarrean las guerras , está salpicada de momentos de ternura, de indignación, de ácida crítica y de humor, un humor en ocasiones muy negro.
No se trata de una novela histórica, como a simple vista pudiera parecer, ni bélica; es más una novela del genero picaresco, más emparentada con el Lazarillo de Tormes (como ha reconocido el propio autor en alguna entrevista) y con las películas de Berlanga de lo que en un principio cabría suponer (algunos episodios resultan muy cercanos a ese esperpento tan nuestro y tan presente en películas como “El Verdugo”). Es una novela que nos habla de la exclusión, de la picaresca de baja estofa y vulgar, pero también de la de alta alcurnia, de la hipocresía social y de las miserias humanas, de los obscenos manejos de los poderosos y los políticos, poniendo de manifiesto que algunas cosas, por mucho que pase el tiempo, nunca cambian.
Se trata de una obra que contiene multitud de lecturas, en la que se nos hace ver, por ejemplo, que a los jóvenes que sirvieron de carne de cañón se les puede sacar rentabilidad incluso después de muertos, y nos mueve a ser testigos de la doble moral de una cínica sociedad como la de aquel tiempo; obcecada en la permanente liturgia del pasado, más empeñados en encargar monumentos a los caídos que en ocuparse de los excombatientes, mutilados y desahuciados que dejó la guerra tras de sí.
En cuanto a la pintoresca galería de personajes que despliega el autor, son de una profundidad y complejidad tal que cada uno daría para protagonizar su propia novela. En ocasiones resultan algo prototípicos, como ocurre con el arribista sin escrúpulos de Predalle, un malo malísimo de manual, pero por lo general gozan de una rica diversidad de matices. En este aspecto los dos protagonistas principales merecen un punto y aparte; a pesar de que a alguno de nosotros les evoca cierta analogía con la pareja formada con Sancho y Don Quijote, son de una complejidad psicológica digna de elogio, unidos en la desgracia y en el rencor que comparten, resultan ser al mismo tiempo un paradigma formidable de la lealtad más exacerbada y pura.
Nos vemos allá arriba”, por encima de todo, es un alegato antibelicista, en la que el autor deja ver sin ambages el sinsentido de las guerras, apuntando que éstas no ocurren porque sí, sino porque obedecen a los oscuros propósitos de unos pocos que solo ven en ellas una indecente posibilidad de negocio (no hay nada más que recordar cómo algunas empresas se frotaban las manos ante la reconstrucción de Irak). Por su modo tan particular de enfocar la temática bélica, a alguno de los miembros del Club de Lectura nos recordó esa obra de arte del cine que firmó Stanley Kubrick en 1957 llamada “Senderos de Gloria”, que interpretó espléndidamente Kirk Douglas en el papel principal. Es, en definitiva y bajo nuestro punto de vista, una obra maestra con mayúsculas.

En otro orden de cosas y para redondear la jornada, tuvimos el placer de asistir, en la Sala de Usos Múltiples de la Biblioteca Pública del Estado, a la presentación de la nueva novela de Manuel Cantera, “Techos Redentores”, en la que plasma su gran conocimiento del universo femenino. Este apreciado miembro del Club de Lectura y “jubilado cascarrabias”, como a sí mismo se define, tras deleitarnos con la “Bella Ciao” a modo de “intro” , y conminarnos a prestar un minuto de silencio en conmemoración al septuagésimo aniversario de la liberación del Campo de Auswicht por parte de las tropas rusas, se dispuso a desplegar sus artes de prestidigitador en un circo de tres pistas, cuya carpa cosió él mismo a su medida, y que hizo las delicias de los presentes. Manolo, gran lector y mejor escritor, incluso nos brindó, como si de un refinado aperitivo se tratase, unos párrafos de su siguiente novela, protagonizada por el detective Nacho Docavo (Vidrio Topacio, 2013) y que verá la luz en los próximos meses. Precisamente “Techos Redentores” es la propuesta del Club de Lectura para la siguiente reunión, en la que tendremos la impagable oportunidad de vernos de nuevo las caras con el padre de la criatura.









Ceuta, 28 de enero de 2015

Domingo Nofuentes Hernández