lunes, 29 de febrero de 2016

Los mares del Sur” de Manuel Vázquez Montalbán.

Por: Domingo Nofuentes Hernández


Hace ya algo más de doce años que nos dejó Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939 – Bangkok, 2003), ese escritor polifacético y de personalidad casi inabarcable que en alguna ocasión llegó a definirse a sí mismo como “periodista, novelista, poeta, ensayista, antólogo, prologuista, humorista, crítico gastronómico, culé y prolífico en general”. Y como homenaje a tan descomunal figura, el Museo de Ceuta, en el Paseo del Revellín, ha albergado estos días una exposición colectiva de más de treinta artitas visuales contemporáneos españoles, en la que se ha pretendido reivindicar la figura de este magnífico escritor a través de una de sus más memorables creaciones: el detective José Carvalho Larios, Pepe Carvalho, protagonista de una saga de más de una veintena de novelas. Cada uno de los artistas de esta muestra, entre los que se encuentran Plensa, Uslé, Arroyo,Feito, Leiro, Ballester, Ciria,Moix, Genovés, Broto o Lamas, ha asumido la tarea de afrontar un título de esta saga desde su propia visión, creando obras que van desde el figurativo al abstracto, desde el dibujo a la escultura, y que consiguen acercarnos a la poliédrica y contradictoria personalidad del personaje.
Valiéndonos de tan incomparable marco, EL CLUB DE LECTURA de la Biblioteca Pública “Adolfo Suarez”, decidió celebrar su reunión mensual en el propio Museo, para hablar de “Los mares del Sur” , Premio Planeta en 1979 y según los entendidos, la mejor novela de la serie de Carvalho. La novela da comienzo con la aparición del cadáver de un afamado hombre de negocios de Barcelona, que aparece apuñalado en uno de los arrabales más deprimidos de la ciudad. Ahí es cuando la viuda encarga a Carvalho que averigüe dónde ha estado su marido el último año, que se suponía que se encontraba en la Polinesia de viaje de placer. El detective pone en marcha sus pesquisas, ahondando en la peculiar personalidad de la víctima, sus conocidos y familiares, desentrañando finalmente qué es lo que hizo durante ese año y descubriendo a la persona que acabó con su vida. De su mano, vamos recorriendo los intensos ambientes de la ciudad de Barcelona, de la más miserable a la más lujosa y formal; de la penuria de los barrios obreros, al dinero rápido y excesivo fruto de la especulación inmobiliaria.
Como ya he comentado en alguna ocasión, no soy muy partidario de las “etiquetas literarias”, pero entiendo que sirvan a la crítica, al mercado editorial o a algún lector, a acotar los límites de la expresión narrativa, aunque solo sea por aproximación, de ahí que cuando surgió la cuestión en la reunión del Club de Lectura sobre si la obra era auténticamente novela negra, los argumentos en contra y a favor brotaron en tropel. A pesar de lo dicho, sí podríamos afirmar que “Los mares del Sur” se amolda en cierto sentido a lo que conocemos como novela negra, y lo es en cuanto que adopta parte de la lógica de la novela negra norteamericana, muy al estilo de las novelas de Raymond Chandler y Dashiell Hammett, y en que además retrata fielmente la sociedad de ese momento de nuestra historia más reciente, esa sociedad post-franquista que viene a dar paso a la incipiente transición democrática, urdiendo, con el pretexto de la trama, una feroz critica social. Ofrece asimismo, como la novela negra más genuina, una mirada más profunda a los conflictos humanos, prestando especial atención a los contextos sociales y a los matices de unos personajes llenos de dudas y contradicciones, donde el crimen a investigar pasa a un segundo plano y solo sirve como subterfugio para trasladarnos al mundo donde se desarrolla la acción; arrastrándonos en este caso, a esos barrios marginales de la periferia de Barcelona, colonizados por la emigración, paseándonos por el urbanismo salvaje y deshumanizado, y asomándonos a la impostura de la peculiar alta burguesía catalana.
Quizás por estos motivos, a algunos miembros del CLUB DE LECTURA, (no fue ese mi caso…) no les resultó una lectura gratificante y amena , y es que esta obra posiblemente pueda dejar a algunos lectores cierto regusto agrio al terminar. Se debe quizás a que el mundo que refleja Vázquez Montalbán en las novelas de esta serie es un mundo muy crudo y desalentador, muy en consonancia con su personaje protagonista. Pepe Carvalho es un hombre que está de vuelta de todo (ha vivido en Estados Unidos y trabajado para la CIA…), es un cínico y un descreído convencido, un tipo duro, lacónico y solitario, a pesar de lo cual es extremadamente culto y apasionado gourmet, y con una perversa afición por alimentar su chimenea a base de libros de su abultada biblioteca. Resulta pues un personaje fascinante y absolutamente contradictorio al mismo tiempo. Su contrapunto es su fiel escudero Biscuter , antiguo compañero de la cárcel que hace las veces de secretario, cocinero y chico para todo, una especie de Watson, para este detective desengañado y ácrata.
Pero a pesar de todo, denominar las novelas de Pepe Carvalho como novela negra es desde mi punto de vista limitar demasiado sus posibilidades como obra literaria. A mi modo de ver, la novela, como artefacto artístico, ha de ser una comunión perfecta entre fondo y forma, además de poder permitir varios niveles de lectura, y en este sentido, la escritura de Vázquez Montalbán cumple a la perfección su cometido.
Con ese entramado de novela negra el autor nos lleva sutilmente a esos difíciles años de la transición, colmando el texto de referencias culturales de la época, presentándonos a los personajes no solo a través de su lenguaje (utiliza como nadie las jergas callejeras de esos tiempos), lo que da una sólida textura al texto, sino que se sirve con maestría de las preferencias culinarias de cada uno de ellos para mostrar al lector rasgos determinantes de su carácter (la escena en la que Beser, Fuster y Carvalho discuten sobre la paella valenciana es simplemente memorable), recurriendo a la gastronomía incluso para trazar un esbozo de la alta sociedad barcelonesa de la época.
Es en esa vocación multidimensional de la novela donde también encontramos numerosas referencias literarias, desde la literatura más intelectual de T.S. Eliot, del premio Nobel Salvatore Quasimodo, o de Cesare Pavese, a la más popular de las canciones populares valencianas; sin poder dejar de mencionar el congreso de novela negra al que acude Carvalho y el modo en que se burla y satiriza el autor la vana pedantería de dos de los participantes que allí se encuentra.
Es por todo eso y mucho más, por lo que nos encontramos ante una gran novela, una novela con mayúsculas, con su propia visión del mundo y de la vida, por lo que no podría mostrarme más de acuerdo con el escritor Juan Madrid, cuando asegura, prologando esta novela, que “la serie Carvalho […] es una serie mayor en la historia de la literatura contemporánea en lengua española”.
Como diría el propio Vázquez Montalbán, estas novelas son novelas a secas y como tales deberían de ser leídas y disfrutadas, dejando a un lado nuestros propios juicios de valor preconcebidos que lo único que consiguen es limitar nuestra visión sobre la obra artística que tenemos delante.



Domingo Nofuentes Hdez. (Febrero 2016)



lunes, 8 de febrero de 2016

RETORNO A BRIDESHEAD” de Evelyn Waugh

Por: Domingo Nofuentes Hernández.

"La memoria es el perro más tonto, le tiras un palo y te devuelve cualquier cosa". Ese rotundo alegato lo ponía en boca de uno de sus personajes el escritor Ray Loriga en su novela “Tokio ya no nos quiere”, y es que según confirman algunos estudios científicos, nuestro cerebro no es ni de cerca, un notario incuestionable de la realidad, sino que, como el perro tonto y descuidado que es, recupera y nos hace ver lo que le viene en gana.
Según parece, cuando nos asalta la nostalgia, lo que solemos recordar es un pasado idealizado, una combinación de muchos recuerdos diferentes, todos integrados de forma inconsciente, y susceptibles de ser continuamente modificados bajo el inapelable influjo de nuestras expectativas, deseos, estereotipos, prejuicios y valores morales, hasta el punto que llenamos los huecos, redondeamos las aristas y a menudo hacemos que parezca lógico lo que no lo es.
Y eso es, a mi juicio, precisamente lo que parece sucederle al protagonista de la novela propuesta para ser comentada este mes en el CLUB DE LECTURA de la Biblioteca Pública del Estado en Ceuta. "Retorno a Brideshead" de Evelyn Waugh ( Londres, 1903 – Somerset, 1966 ), comienza concediendo audiencia a los recuerdos del Charles Ryder, un pintor que en esos momentos presta servicio como Oficial en el Ejército Británico en plena Segunda Guerra Mundial y que a su llegada a la enorme mansión de Brideshead, que ahora sirve de campamento a los soldados, comienza a evocar su pasado, cuando conoció a la peculiar familia Marchmain. Esas vivencias han dejado una huella imborrable en Charles, que comienza a recordar los buenos momentos que pasó allí, los años en que vivió casi poseído por el extraño hechizo que indujeron en él las personas que en ese lugar conoció, especialmente Sebastian y su hermana Julia. De ese modo, el autor, utiliza los recuerdos como motor narrativo para sustentar y propulsar el relato, arreglándoselas maravillosamente para ir esbozando ante nuestros ojos un extraordinario fresco sobre la decadente sociedad aristocrática inglesa de principios del siglo XX, repleta de convencionalismos sociales y donde las formas son todo.
La obra se halla dividida en un Prefacio, donde el autor hace una breve mención sobre las circunstancias en las que escribió la novela, seguido de un Prólogo y de tres Libros (“Et in Arcadia ego”, “Adiós a Brideshead” y “Tirando del hilo”) , concluyendo con un Epílogo llamado "Retorno a Brideshead" de donde toma nombre la obra.
A través de ese ejercicio de nostalgia que realiza el protagonista, somos testigos de su llegada a un exclusivo College en Oxford y de cómo conoce casualmente al encantador Sebastian Flyte, hijo de Lord Marchmain y con el que pronto entablará una profunda y romántica amistad que le abre las puertas de la alta sociedad británica de la época. Conoce así a los Flyte de Brideshead, una familia desestructurada y fruto de un matrimonio fallido (Lord Marchmain tras luchar en la I Guerra Mundial decide quedarse a vivir en Venecia con su amante y no volver a Brideshead con su familia), que en un principio lo acogen como un miembro más de la familia, hasta que el ferviente catolicismo y la personalidad manipuladora y obsesiva de Lady Marchmain hace que Charles se aleje brusca y definitivamente de ellos y que Sebastian, al principio alegre y fascinante, termine por caer en un alcoholismo contumaz y suicida.
En la segunda parte de la novela, con Lady Marchmain ya fallecida y Sebastian hundido en el alcohol y viviendo en Marruecos, volvemos a encontrarnos con Charles, diez años después, casado y disfrutando de cierta notoriedad como pintor. Durante una travesía en barco se vuelve a encontrar con Julia, también casada con un hombre de negocios, naciendo entonces entre ellos un pasional idilio que los conducirá a abandonar a sus respectivos cónyuges y llevará a ambos de vuelta a Brideshead, donde encuentran a un Lord Marchmain que ha vuelto allí para morir …y hasta ahí puedo leer, como diría aquel.
Esta novela, según consta en la reseña de la editorial, está incluida entre las 100 mejores novelas en habla inglesa de todos los tiempos, lo que tampoco es de extrañar, ya que está técnicamente muy bien escrita, a la manera de esa virtuosa narrativa inglesa tan devota del adjetivo preciso y de las grandiosas y elaboradas descripciones. A pesar de que a algunos de los miembros del Club de Lectura, nos ha parecido que ciertos personajes resultan algo planos, lineales y bastante arquetípicos, lo cierto es que cumplen a la perfección la función para la que fueron creados por el autor, que incluso se sirve sin subterfugios de alguno de ellos para expresar sus propias ideas acerca de la religión.
Otro personaje principal, que a pesar de no tener voz propia siempre está presente, es la mansión de Brideshead, que como alguno de los miembros del Club de Lectura llegó a dilucidar, es una enorme casa-castillo que simboliza claramente a la Iglesia como institución.
Como las grandes novelas, en ésta también podemos detectar a primera vista que trata abundantes e importantes temas; algunos sobre los que continuamente orbita la obra, como el catolicismo y la culpa, o la decadente despreocupación e hipocresía en la que vive inmersa la alta sociedad británica de entreguerras, y otros tantos, que transitan por la novela de una forma más transversal y sutil, como el tema de la homosexualidad, la falta de amor (el protagonista es un vivo ejemplo de ello), el matrimonio, la amistad, la búsqueda de la felicidad, etc.
Mención aparte a destacar en esta novela es tambien el punto de vista narrativo que ha escogido el autor para contarnos la historia. A pesar de que nos la cuenta desde la perspectiva íntima de Charles y desde la distancia que impone el pasado, se las ingenia a la perfección para ofrecernos continuamente los diferentes puntos de vista que corresponden a los personajes principales (Sebastian, Julia, Cordelia…), aportando así más empaque a los hechos que conforman la ficción, aunque en alguna ocasión se vea obligado a recurrir a la intervención de diálogos o advenimientos epistolares para desarrollar algo más la acción.
A pesar de ser una novela impregnada de un aire nostálgico de principio a fin, de ser una continua añoranza del pasado, es a mi modo de ver, una novela del todo indispensable, sobretodo para aquellos que sean adeptos al esplendoroso romanticismo y la fascinante ambientación de las novelas inglesas de mediados del siglo pasado.
En lo que a mí respecta y llevando la contraria a lo que promulga el protagonista de “Retorno a Brideshead” , siempre he creído que ningún tiempo pasado fue mejor, aunque a veces, se empeñe en llevarnos la contraria nuestra tozuda y desleal memoria.




(Domingo Nofuentes Hernández - febrero de 2016)