“Los
mares del Sur” de Manuel Vázquez Montalbán.
Por: Domingo Nofuentes
Hernández
Hace
ya algo más de doce años que nos dejó Manuel Vázquez Montalbán
(Barcelona, 1939 – Bangkok, 2003), ese escritor polifacético y de
personalidad casi inabarcable que en alguna ocasión llegó a
definirse a sí mismo como “periodista,
novelista, poeta, ensayista, antólogo, prologuista, humorista,
crítico gastronómico, culé y prolífico en general”.
Y como homenaje a tan descomunal figura, el Museo de Ceuta, en el
Paseo del Revellín, ha albergado estos días una exposición
colectiva de más de treinta artitas visuales contemporáneos
españoles, en la que se ha pretendido reivindicar la figura de este
magnífico escritor a través de una de sus más memorables
creaciones: el detective José Carvalho Larios, Pepe Carvalho,
protagonista de una saga de más de una veintena de novelas. Cada
uno de los artistas de esta muestra, entre los que se encuentran
Plensa, Uslé, Arroyo,Feito, Leiro, Ballester, Ciria,Moix, Genovés,
Broto o Lamas, ha asumido la tarea de afrontar un título de esta
saga desde su propia visión, creando obras que van desde el
figurativo al abstracto, desde el dibujo a la escultura, y que
consiguen acercarnos a la poliédrica y contradictoria personalidad
del personaje.
Valiéndonos
de tan incomparable marco, EL CLUB DE LECTURA de la Biblioteca
Pública “Adolfo Suarez”, decidió celebrar su reunión mensual
en el propio Museo, para hablar de “Los
mares del Sur” , Premio Planeta en 1979 y
según los entendidos, la mejor novela de la serie de Carvalho. La
novela da comienzo con la aparición del cadáver de un afamado
hombre de negocios de Barcelona, que aparece apuñalado en uno de los
arrabales más deprimidos de la ciudad. Ahí es cuando la viuda
encarga a Carvalho que averigüe dónde ha estado su marido el último
año, que se suponía que se encontraba en la Polinesia de viaje de
placer. El detective pone en marcha sus pesquisas, ahondando en la
peculiar personalidad de la víctima, sus conocidos y familiares,
desentrañando finalmente qué es lo que hizo durante ese año y
descubriendo a la persona que acabó con su vida. De su mano, vamos
recorriendo los intensos ambientes de la ciudad de Barcelona, de la
más miserable a la más lujosa y formal; de la penuria de los
barrios obreros, al dinero rápido y excesivo fruto de la
especulación inmobiliaria.
Como
ya he comentado en alguna ocasión, no soy muy partidario de las
“etiquetas literarias”, pero entiendo que sirvan a la crítica,
al mercado editorial o a algún lector, a acotar los límites de la
expresión narrativa, aunque solo sea por aproximación, de ahí que
cuando surgió la cuestión en la reunión del Club de Lectura sobre
si la obra era auténticamente novela negra, los argumentos en contra
y a favor brotaron en tropel. A pesar de lo dicho, sí podríamos
afirmar que “Los mares del Sur” se amolda en cierto sentido a lo
que conocemos como novela negra, y lo es en cuanto que adopta parte
de la lógica de la novela negra norteamericana, muy al estilo de las
novelas de Raymond Chandler y Dashiell Hammett, y en que además
retrata fielmente la sociedad de ese momento de nuestra historia más
reciente, esa sociedad post-franquista que viene a dar paso a la
incipiente transición democrática, urdiendo, con el pretexto de la
trama, una feroz critica social. Ofrece asimismo, como la novela
negra más genuina, una mirada más profunda a los conflictos
humanos, prestando especial atención a los contextos sociales y a
los matices de unos personajes llenos de dudas y contradicciones,
donde el crimen a investigar pasa a un segundo plano y solo sirve
como subterfugio para trasladarnos al mundo donde se desarrolla la
acción; arrastrándonos en este caso, a esos barrios marginales de
la periferia de Barcelona, colonizados por la emigración,
paseándonos por el urbanismo salvaje y deshumanizado, y asomándonos
a la impostura de la peculiar alta burguesía catalana.
Quizás
por estos motivos, a algunos miembros del CLUB DE LECTURA, (no fue
ese mi caso…) no les resultó una lectura gratificante y amena , y
es que esta obra posiblemente pueda dejar a algunos lectores cierto
regusto agrio al terminar. Se debe quizás a que el mundo que refleja
Vázquez Montalbán en las novelas de esta serie es un mundo muy
crudo y desalentador, muy en consonancia con su personaje
protagonista. Pepe Carvalho es un hombre que está de vuelta de todo
(ha vivido en Estados Unidos y trabajado para la CIA…), es un
cínico y un descreído convencido, un tipo duro, lacónico y
solitario, a pesar de lo cual es extremadamente culto y apasionado
gourmet, y con una perversa afición por alimentar su chimenea a
base de libros de su abultada biblioteca. Resulta pues un personaje
fascinante y absolutamente contradictorio al mismo tiempo. Su
contrapunto es su fiel escudero Biscuter , antiguo compañero de la
cárcel que hace las veces de secretario, cocinero y chico para todo,
una especie de Watson, para este detective desengañado y ácrata.
Pero
a pesar de todo, denominar las novelas de Pepe Carvalho como novela
negra es desde mi punto de vista limitar demasiado sus posibilidades
como obra literaria. A mi modo de ver, la novela, como artefacto
artístico, ha de ser una comunión perfecta entre fondo y forma,
además de poder permitir varios niveles de lectura, y en este
sentido, la escritura de Vázquez Montalbán cumple a la perfección
su cometido.
Con
ese entramado de novela negra el autor nos lleva sutilmente a esos
difíciles años de la transición, colmando el texto de referencias
culturales de la época, presentándonos a los personajes no solo a
través de su lenguaje (utiliza como nadie las jergas callejeras de
esos tiempos), lo que da una sólida textura al texto, sino que se
sirve con maestría de las preferencias culinarias de cada uno de
ellos para mostrar al lector rasgos determinantes de su carácter (la
escena en la que Beser, Fuster y Carvalho discuten sobre la paella
valenciana es simplemente memorable), recurriendo a la gastronomía
incluso para trazar un esbozo de la alta sociedad barcelonesa de la
época.
Es en esa vocación multidimensional de la novela donde
también encontramos numerosas referencias literarias, desde la
literatura más intelectual de T.S. Eliot, del premio Nobel
Salvatore Quasimodo, o de Cesare Pavese, a la más popular de las
canciones populares valencianas; sin poder dejar de mencionar el
congreso de novela negra al que acude Carvalho y el modo en que se
burla y satiriza el autor la vana pedantería de dos de los
participantes que allí se encuentra.
Es
por todo eso y mucho más, por lo que nos encontramos ante una gran
novela, una novela con mayúsculas, con su propia visión del mundo
y de la vida, por lo que no podría mostrarme más de acuerdo con
el escritor Juan Madrid, cuando asegura, prologando esta novela, que
“la serie Carvalho […] es una serie mayor
en la historia de la literatura contemporánea en lengua española”.
Como
diría el propio Vázquez Montalbán, estas novelas son novelas a
secas y como tales deberían de ser leídas y disfrutadas, dejando a
un lado nuestros propios juicios de valor preconcebidos que lo único
que consiguen es limitar nuestra visión sobre la obra artística que
tenemos delante.
Domingo
Nofuentes Hdez. (Febrero 2016)