LECTURAS DE MICRORRELATOS. 24 DE SEPTIEMBRE DE 2020
Montse Méndez
El pasado jueves, 24 de septiembre, después de
una larga ausencia, tuvimos la que espero sea la primera de muchas reuniones del
Club de Lectura de esta Biblioteca Pública del Estado en Ceuta, en el nuevo año
académico que comienza.
Las reuniones del Club de Lectura han sido, desde
siempre, espacios maravillosos donde compartir nuestras experiencias lectoras,
pero este jueves, mi deseo de estar allí con vosotros y conversar era mucho mayor,
dado el tiempo transcurrido desde la última ocasión en la que pudimos disfrutar
de nuestras charlas (¡Qué ganas tenía de veros, compis!).
En esta ocasión, además, la reunión tenía un menú
especial: Los textos que íbamos a leer y
a departir eran aquellos escritos por nosotros mismos, aunque desconociésemos,
inicialmente, quién había sido su autor o autora. Una especie de juego
que nos hizo reflexionar, reir,
estrechar lazos -aun más, si cabe- y, en alguno de los casos, descubrir facetas
desconocidas de nuestros compañeros.
No sólo el menú era especial, también tuvimos la
fortuna de aderezar nuestros textos con la lectura que hizo la maravillosa
Montse Taboada, dueña de una voz que hace grande todo aquello que pronuncia.
Nuestros relatos cobraron vida y se hicieron nuevos en su boca. (¡Muchísimas
gracias, Montse!).
La lectura, en no pocas ocasiones, es como la
buena gastronomía, se disfruta con todos los sentidos. Puedo decir, podemos
decir todos nosotros que, en este caso, la experiencia fue totalmente de-li-cio-sa.
No pudo haber mejor comienzo que el de “La lectura nos une”, un relato
escrito desde el corazón, que pone de manifiesto todo aquello que sentimos los
que estamos en este grupo y que nuestra querida Sa ha sabido trasmitir con
palabras.
A su lado, muchos fueron los relatos
participantes, de los cuales destacaron, por alusión, “Cándida hipotenusa”,
escrito por nuestro recién incorporado compañero Pedro; “Terapia de grupo”
de Domingo Nofuentes, que recientemente ha publicado “Entre la arena y la
muralla”, y del cual nos sentimos muy orgullosos; “Agencia de
investigación”, de Rosa Ramón, que además de nuestra coordinadora es el
pegamento que nos mantiene unidos; “Carmen, Pilar, playa, silla, libro,…”,
un precioso relato intimista de Ramón Galindo; “Indignación”, de
Carolina Cáceres; “Carpe Diem” de Jesús Canca; y junto a éstos, muchos
otros que nos acompañaron y entretuvieron esa tarde.
Además de nuestros microrrelatos (aunque, en
puridad, los menos eran micro, los más mini e incluso alguno que otro podríamos
decir que macro -me encantáis-) también pudimos disfrutar de aquellos escritos
por nuestros compañeros del Club de Lectura del Instituto Cervantes de Tetuán.
En este caso, tuvimos el placer de
escucharlos en la voz de nuestra fantástica compañera Sa Arjandas.
Pues bien, a través de este nuestro foro del Blog
del Club de Lectura, me gustaría tener algunas palabras de agradecimiento hacia
ellos, no sólo por participar en esta actividad, sino, sobre todo, por hacerla
más rica, mostrando otras perspectivas y miradas.
A ellos pertenece el que hemos considerado como el microrrelato por excelencia: “Un mundo extraño a mí”. Compuesto por
título y una sola frase, el aún desconocido autor, construye una historia que
se narra, más que en las palabras, en la mente del lector. Un guiño cómplice,
que bebe -acertadamente- del “menos es más”, con el que el movimiento Bauhaus
inspiró a autores de renombre como Monterroso, Borges o Jodorowsky. ¡Un fuerte
aplauso para él o ella!.
Del resto de los relatos destacaría, desde mi
punto de vista, dos aspectos fundamentales: En primer lugar, su extraordinaria capacidad
para expresarse en una lengua que no es la suya, construyendo historias redondas,
con ritmo, de personajes cercanos y cómplices; y en segundo lugar, y sobre
todo, su contenido, profundo e intimista. Sus relatos nacen desde el interior,
desde las emociones, los deseos y los sentimientos.
En ellos hay momentos compartidos que se
convierten en tesoros (“Mi abuelo, el
mar y yo”), anhelos de un futuro que no sabemos si llegará (“Mar de
sueños”), alegría por las pequeñas grandes cosas (“¡Hakuna matata!”),
dolor reprimido -y escondido- (“La mujer desnuda”), amores prohibidos (“El
eunuco”) y mucha, mucha, nostalgia (“Tardes de cine”, “El libro
viejo”).
Esto me hizo reflexionar sobre el enfoque que
prácticamente todos nuestros compañeros tetuanís le han dado a sus microrrelatos.
Son un poco como su ciudad. Tetuán es maravillosa, colorida, viva, llena de
matices, anhelos y añoranzas, y eso se transmite en la forma de expresarse y de
vivir de las personas que la transitan. Ciudades y personas cuyo interior es tremendamente
rico y vibrante.
Así que aquí, en Ceuta, somos tremendamente afortunados.
Somos afortunados de poder estar a un lado de una frontera que esperemos pueda
volver a abrirse pronto y que sea una frontera de unión y no de desunión. Somos
afortunados de poder acercarnos al corazón y a la mente de otros que sienten y piensan
de forma diferente a como lo hacemos nosotros. De respetarnos y de crecer con
ese respeto. Somos muy, muy, afortunados de tener esta oportunidad. Y de que
existan personas y organizaciones que nos la acerquen.
A todos vosotros, ahora y siempre, ¡gracias!
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