“ASESINATO
EN EL CAMPO DE GOLF” de Agatha Christie vs
“EL
LARGO ADIÓS” de Raymond Chandler
Por: Domingo Nofuentes
Hernández.
Como
ya he señalado en alguna otra ocasión, un Club de Lectura, en el
sentido amplio del término, no ha de conformarse con ser un mero
instrumento para fomentar el hábito lector. Debe ser sobre todo,
una enriquecedora experiencia grupal que se nutra de las vivencias y
sensibilidades del heterogéneo círculo de personas que lo
componen, un territorio donde la historia de un libro se transforme
en tantas como lectores tenga ( ya se sabe que cualquier historia que
pasemos por el tamiz de nuestras vivencias se convierte en una
historia distinta y única), y en cuyo seno, se generen a través del
dialogo, cuestiones que enriquezcan nuestra propia percepción de
esa obra concreta, de su autor, o incluso nos ayude a arrojar cierta
luz sobre los recónditos laberintos de la creación literaria.
Y
eso efectivamente, se cumple a la perfección en el caso del Club
de Lectura de la Biblioteca Pública del Estado “Adolfo Suarez”.
A mi modesto entender, este cordial rincón de debate, para los que
solemos acudir a él, alcanza a ser incluso un acto de aprendizaje
intelectual en sí mismo, otra forma diferente de acceder al
conocimiento, pero desde la reflexión y la puesta en común.
En
ese contexto, surgen discusiones y cuestiones en las que,
afortunadamente, no solemos mostrarnos de acuerdo. Una de las últimas
y que no quedó resuelta, surgió a propósito de la reunión en la
que se comentó la novela Respirar por la
herida de Victor del Árbol, que algunos
etiquetaron como novela negra, mientras que otros la calificaron
como policiaca.
Para
discernir de primera mano dicha cuestión, y ahondar en las
diferencias que existen entre novela policiaca y novela negra, se
propuso comentar para este mes dos obras, cada una representativa de
uno de estos subgéneros; por un lado y como paradigma de las novelas
de detectives más al uso, se sugirió la lectura de “Asesinato en
el campo de golf ” de Agatha Christie, mientras que como muestra de
la novela negra se eligió a un clásico entre los clásicos: “El
largo adiós” de Raymond Chandler.
A
grandes rasgos y sin entrar en sesudas disertaciones, podemos
mencionar que en la novela policiaca o detectivesca clásica, el
interés principal radica en la resolución del enigma, en llegar a
descubrir al autor del crimen a través de un procedimiento racional,
basado en la observación e indagación, llevada a cabo por parte del
protagonista en la mayoría de los casos.
Por
contra, en la novela negra se ofrece una mirada más profunda a los
conflictos humanos, prestando especial atención a los contextos
sociales y a los matices de unos personajes llenos de dudas y
contradicciones, donde el crimen a investigar pasa a un segundo plano
y solo sirve de pretexto para trasladarnos al mundo delincuencial
donde se desarrolla la acción .
En
“Asesinato en el campo de golf”, Agatha Christie nos presenta al
coronel Hastings ,
amigo íntimo del protagonista, el genial
Hercules Poirot y que desempeña el mismo rol que Watson para
Sherlock Holmes. El detective belga recibe una carta de un antiguo
cliente suyo, el señor Renauld, demandándole ayuda ya que piensa
que su vida corre peligro. Poirot acude con Hastings rápidamente,
pero llega tarde, ya que Renauld es asesinado la noche antes. Su
cuerpo se encuentra sin vida en un campo de golf vecino, además de
hallarse a su esposa atada en el dormitorio y haber desaparecido
joyas de la casa. El comisario Giraud de la Sûreté de París acude
raudo a investigar los pormenores del caso, iniciándose un duelo de
“ingenio” e investigación entre él y el famoso Poirot. El
comisario francés pronto parece resolver el caso con los métodos
habituales, mientras que Poirot pone en funcionamiento sus células
grises y lleva la investigación por otro camino. La cosa se
complicará cuando desaparece el arma del crimen y aparece un nuevo
cadáver de un hombre desconocido…
Ni que decir tiene que la reina del misterio despliega
en esta ocasión y como suele, una galería de personajes
excéntricos como solo ella sabe concebir y donde la intriga es tan
elaborada y compleja que incluso en ocasiones puede desorientar al
lector (o al menos a mí me ha producido ese efecto), pero que merece
mucho la pena, aunque tan solo sea por deleitarnos en el duelo de
ingenio que se establece entre los dos investigadores.
En
“El largo adios” de Raymond Chandler (que junto con Dashiell
Hammett es uno de los escritores de novela negra de mayor prestigio),
el narrador no es otro que el mordaz detective Philip Marlowe.
Comienza la historia cuando una noche se da de bruces con Terry
Lennox, el sumiso y alcohólico marido de una millonaria de
costumbres disolutas, con el que el detective simpatiza de
inmediato y acaba por tomarle afecto (quizás de tanto tomar gimlet
en bares semivacíos). Todo
cambia cuando la mujer de Lennox aparece muerta en la casa donde
solía encontrarse con sus amantes, con el rostro destrozado. Terry
acude a Marlowe y le pide ayuda para huir a México, lo que Marlowe
hace de inmediato convencido de su inocencia y sin querer hurgar
demasiado en lo sucedido. Poco después, se entera de que Lennox se
ha suicidado. Pero antes de matarse, su amigo tuvo tiempo de enviarle
una carta, y con ella un ejemplar de un raro billete: uno que lleva
un retrato de Madison y vale 5.000 dólares. En la carta, Terry le
dice adiós y le pide que vaya al Victor‘s a tomarse un gimlet en
su memoria. Marlowe, como no cabría esperar de otro modo, cumple sin
esfuerzo el encargo. A partir de ese momento, Marlowe inicia una
ingrata investigación que lo lleva a ser
detenido y golpeado por la policía, amenazado por un mafioso y
coaccionado por el poderoso padre de la difunta, que se muestra más
interesado en echar tierra sobre el asunto para no provocar ningún
escándalo que por saber quién verdaderamente fue el asesino de su
hija. En esas se halla, cuando conoce a Eileen Wade, una apabullante
rubia de ojos violetas que dará lugar a una teoría sobre las
rubias sencillamente antológica.
En estas dos novelas se aprecian bien marcadas las
diferencias que refería al principio; en la novela de Agatha
Christie los personajes se nos suele presentar bastantes estáticos y
pocos matizados (salvo Poirot, claro está), donde los buenos lo son
a todas luces y los malos son siempre perversos, donde no se
exploran los motivos íntimos ni la historia que hay detrás de esos
personajes. En cambio, en la novela de Raymond Chandler, el
desarrollo de la acción es rápido, convulso y a menudo violento, y
donde esta división de buenos y malos se difumina totalmente,
rebasando los protagonistas a menudo la barrera del bien y el mal.
Pero en mi opinión, la enorme grandeza de la novela negra reside
en que en ellas la investigación policial, y más aun la figura del
detective privado, ofrece una metáfora perfecta de la búsqueda de
la verdad y la justicia en un mundo lleno de imposturas y corrupción
(algo que sin duda en los tiempos que corren a nadie nos resulta del
todo ajeno).
Autores
tan consagrados como Eduardo Mendoza, J.J. Millás o Muñoz Molina
han utilizado en sus obras elementos de la novela negra, aunque
actualmente, podríamos afirmar que la mayoría de los autores que
se acercan al género lo hacen pretendiendo mantener cierta voluntad
de estilo, más que siguiendo el esquema que plantean los clásicos
de referencia, lo que inevitablemente da lugar a novelas que
podríamos llamar “híbridas”, y a denominaciones tomadas
prestadas del cine, como es el caso del thriller
o la novela de suspense.
Más
allá del limite impreciso que separa ambas denominaciones y de los
argumentos que se puedan alegar al respecto (¿existe en la narrativa
española una verdadera separación entre la novela negra y la de
detectives o policiaca?...), en última instancia nuestra única
obligación como lectores se me antoja sencilla; olvidarnos de
etiquetas y nomenclaturas, y abandonarnos sin más a la lectura.
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ResponderEliminarLAS MUJERES QUE NO ERAN QUIENES DECIAN SER
autor Alejandro Marin
www.cortemoslacarajo.blogspot.com
Novela negra rioplatense.
Dos amigos, un economista de profesión y cocinero por afición y un comisario ex jefe de Delitos Complejos de la Policía Federal, tratan de desentrañar el misterio del caso que les ha caído entre manos.
La historia viaja entre Montevideo y Buenos Aires, a veces separada por el río y otras por un desigual contexto, en donde la margen occidental vive estragada por la mentira, la corrupción y la burda vindicación de la violencia. Y un decidido esfuerzo colectivo por negar la realidad de lo ocurrido, en un pasado cargado de arrebato y animosidad contra quien pensaba distinto.
El relato pinta de cuerpo entero a los personajes centrales que deambulan por los distintos ambientes, que los investigadores tienen que recorrer en la afanosa búsqueda de la verdad.
Escrito en un estilo ameno, donde no están ausentes ni el humor ni la ironía inteligente, el relato le reserva un pequeño lugar a los avatares de la economía argentina y a la descripción de sabrosas comidas, en casos con sus detalladas historias y recetas. Con la convicción que el buen comer y beber, además de un sano ejercicio para una mejor calidad de vida, también representa una plataforma desde donde aguzar el ingenio y reflexionar sobre los acontecimientos que ayudan a encontrar los secretos que uno persigue.
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autor Alejandro Marin
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La historia viaja entre Montevideo y Buenos Aires, a veces separada por el río y otras por un desigual contexto, en donde la margen occidental vive estragada por la mentira, la corrupción y la burda vindicación de la violencia. Y un decidido esfuerzo colectivo por negar la realidad de lo ocurrido, en un pasado cargado de arrebato y animosidad contra quien pensaba distinto.
El relato pinta de cuerpo entero a los personajes centrales que deambulan por los distintos ambientes, que los investigadores tienen que recorrer en la afanosa búsqueda de la verdad.
Escrito en un estilo ameno, donde no están ausentes ni el humor ni la ironía inteligente, el relato le reserva un pequeño lugar a los avatares de la economía argentina y a la descripción de sabrosas comidas, en casos con sus detalladas historias y recetas. Con la convicción que el buen comer y beber, además de un sano ejercicio para una mejor calidad de vida, también representa una plataforma desde donde aguzar el ingenio y reflexionar sobre los acontecimientos que ayudan a encontrar los secretos que uno persigue.