viernes, 27 de noviembre de 2015

“CREMATORIO” de Rafael Chirbes. Por Domingo Nofuentes Hernández

CREMATORIO” de Rafael Chirbes.
Por: Domingo Nofuentes Hernández

Es un hecho contrastado que en los últimos tiempos ha habido un retroceso generalizado del intelecto y del sentido común, de lo que no solo dan fe las sucesivas temporadas de Gran Hermano, o la tontuna parvularia de algunas de las nuevas redes sociales, sino que trasciende también, y más a menudo de lo que sería conveniente, al mundo de la literatura.
Con este estado de las cosas y del mundo, es desde cualquier punto de vista entendible que proliferen los best-sellers erótico-festivos, y las obras diseñadas para únicamente entretener al respetable, de escasa complejidad y de discurso fácilmente digerible, cuyo último y único fin es vender libros (por supuesto…) y tratar que el lector se evada, sin mucho esfuerzo por su parte, de la prosaica realidad que nos rodea. Aunque como se suele decir, para gustos los colores (no seré yo quien les afee la conducta).
En cambio, hay otro tipo de literatura, que sin abandonar su indudable ambición estética y su firme compromiso con el lenguaje, sí que se atreve a explorar el inconsciente ideológico de una época y unos personajes, permitiéndose hurgar en las heridas que ha ido dejando la transformación de la sociedad moderna a su paso. Claro que quizás, disfrutemos menos de ese tipo de lecturas, que suelen resultarnos más agrias y desasosegantes, ya que requieren una mayor implicación del lector. Pero a la postre son éstas las que intervienen de manera decisiva en nuestra propia configuración como personas, las que dejan un perentorio poso que influye definitivamente en nuestra manera de ver e interpretar el mundo que nos rodea.
Y una de estas es sin duda “Crematorio” de Rafael Chirbes (Anagrama), Premio de la Crítica , Premio Cálamo y en esta ocasión la obra propuesta para ser comentada por el CLUB DE LECTURA de la Biblioteca Pública del Estado “Adolfo Suárez”.
La novela orbita entorno al personaje de Rubén Bertomeu, un arquitecto y constructor de éxito, que se enriqueció con el tráfico de drogas y el blanqueo de sus negocios gracias al boom inmobiliario, alrededor del cual, se va tejiendo la trama en la que están inmersos el resto de personajes: su idealista hermano Matias; su hija Silvia y su yerno Juan, restauradora de arte y frustrada artista ella y catedrático de literatura él; un escritor consumido por la droga, el alcohol y el sexo llamado Brouard, amigo de la infancia de Ruben; un mafioso ruso; los dos lugartenientes de Bertomeu, chicos para todo y manos ejecutoras en la sombra de los desmanes criminales del constructor…etc.
La historia se localiza en Misent, una suerte de Macondo en la costa levantina, y comienza y acaba con la rememoración de Rubén, que en primera persona se dirige a su hermano Matias, recien fallecido y del que se va a celebrar el funeral. A partir de ahí, el autor construye la novela a base de tiradas de una prosa caudalosa, como si hubiese escrito toda la novela de una sentada, con bloques de texto repletos de digresiones, de idas y venidas , dirigidas a menudo por un narrador omnisciente (oscila de la primera a la tercera persona) que siempre adopta la visión del protagonista de cada capítulo y a través de cuyos recuerdos y pensamientos el lector va construyendo el puzzle de la trama, mientras te lleva de la mano por la historia . En esta novela Chirbes ha perfeccionado esa narración continuada, libre de diálogos, con muy pocos puntos y aparte, a modo de discursos cerebrales, (que a algunos nos trajo a la memoria obras como Juanita Narboni o Cinco horas con Mario) que te envuelve en los diferentes pensamientos y enfoques de los personajes, acercándonos a cada una de sus perspectivas y de boca de ellos mismos. Así, de ese modo y poco a poco, el autor va construyendo con la propia tensión del lenguaje una pleamar, un crescendo, que nos va llevando hasta el final sumergidos en su prosa (… o más bien siendo arrastrados por ella).
Como se ha comentado en la reunión del CLUB DE LECTURA, aquí se advierte de primera mano la intención de Rafael Chirbes de concebir la novela como un todo, como una frase que empieza en la primera página y termina en la última, tratando cada capitulo como una estrofa y cada frase como un verso (algunas de una belleza y una lucidez portentosas), impulsando la prosa con el ritmo de la puntuación, sin apenas dar tregua, tratando de atrapar al lector en un torbellino del que no pueda salir. Y en cierto modo, se sale con la suya: no puedes dejar esa frase porque viene otra a continuación, y después otra, y otra más.
Si a eso le añadimos el vocabulario realista y cercano que utiliza para situarnos perfectamente en cada una de las perspectivas a la que nos llevan los personajes, tendremos una novela sublime, aunque en ocasiones desoladora e inquietante. La realidad que nos presenta el autor es un testamento poco complaciente de la época del pelotazo inmobiliario, un descarnado panorama de los últimos años y de la sociedad en que vivimos, quizás algo pesimista, ya que nos muestras unos personajes egoístas, corruptos, vengativos, vacíos, superficiales, infieles y sobre los que no cabe redención alguna, pero que en definitiva impulsa al lector a pensar y a posicionarse.
Sin embargo el verdadero tema central de la novela, a mi modo de ver, no es la denuncia social, ni la crítica feroz a la corrupción política e inmobiliaria (ese sería mas bien su trasfondo temático), sino el de aportar una visión sombría y desalentadora de la condición humana, un punto de vista descreído y cínico de las contradicciones y complejidades del ser humano. A través de sus páginas llega a nosotros un lúcido esbozo del atlas humano del colapso moral, social y económico en que nos hemos visto sumidos en los últimos tiempos, pero también algunas de las más profundas reflexiones que he podido leer últimamente sobre la amistad, el arte, el paso del tiempo, la creación literaria, la soledad, la familia…así como un largo etcétera de cuestiones, más habituales de libros de filosofía que de ser vistos en una novela. Y el autor lo lleva a cabo , huyendo de la trama lineal al uso , sin enarbolar banderas ideológicas, sin aleccionadoras moralinas, ni establecer juicios de valor sobre sus personajes, sosteniendo el texto con el único andamiaje del lenguaje. Es en definitiva una obra de enorme calidad literaria, aunque dura, exigente para el lector y que deja un cierto regusto amargo.
Pero, si se conoce aunque sea someramente la peculiar personalidad de Rafael Chirbes ( que falleció el pasado mes de agosto víctima de un cáncer de pulmón) no queda más remedio que reconocer su impronta en cada línea, o en cada cruda opinión de los personajes. A tenor de los que mejor lo conocían, Rafael Chirbes fue siempre un hombre indómito, inconformista, muy crítico con el mundo, aunque sensible, humilde y pesimista por convicción. También su biografía estuvo marcada por estas premisas. Nacido en Tavernes de la Valldigna (Valencia) hace 66 años, Rafael Chirbes era huérfano de padre y creció separado de su madre, que tenía que ganarse la vida trabajando en la ciudad. Así, el escritor pasó gran parte de su niñez de internado en internado, en colegios de hijos de ferroviarios de Ávila, León y Salamanca. Probablemente, en ese punto comenzó a amoldarse a la existencia solitaria que luego se convertiría en su modus vivendi. Al escritor valenciano no le gustaba casarse con nadie, ni en lo literal ni en lo metafórico. Murió soltero y sin hijos. Los reconocimientos le llegaron al final de su vida e inevitablemente acompañados de una atención mediática que le turbaba , por lo que evitaba en la medida de lo posible las entrevistas y las apariciones en público. No es de extrañar, por tanto, que concibiera esta novela de descarnada clarividencia, más que necesaria en este tiempo de levedad, frivolidades y desmemoria:
Hace milenios que se destruye esta tierra. No queda ni un rincón que no haya sido violado. Mira aquí mismo, dentro de Misent. No hay más que leer los periódicos. Durante una obra, destruyen una villa romana, destruyen un hamán almohade, una muralla califal, han destruido media docena de funduks (al parecer, dicen los periódicos, ésta fue una ciudad comercial del siglo XII: contactos con Alejandría, Túnez, con Sicilia). Eso dicen los periódicos que hacemos los constructores”.


ASESINATO EN EL CAMPO DE GOLF” de Agatha Christie vs “EL LARGO ADIÓS” de Raymond Chandler. Por: Domingo Nofuentes Hernández.

ASESINATO EN EL CAMPO DE GOLF” de Agatha Christie vs
EL LARGO ADIÓS” de Raymond Chandler

Por: Domingo Nofuentes Hernández.


Como ya he señalado en alguna otra ocasión, un Club de Lectura, en el sentido amplio del término, no ha de conformarse con ser un mero instrumento para fomentar el hábito lector. Debe ser sobre todo, una enriquecedora experiencia grupal que se nutra de las vivencias y sensibilidades del heterogéneo círculo de personas que lo componen, un territorio donde la historia de un libro se transforme en tantas como lectores tenga ( ya se sabe que cualquier historia que pasemos por el tamiz de nuestras vivencias se convierte en una historia distinta y única), y en cuyo seno, se generen a través del dialogo, cuestiones que enriquezcan nuestra propia percepción de esa obra concreta, de su autor, o incluso nos ayude a arrojar cierta luz sobre los recónditos laberintos de la creación literaria.
Y eso efectivamente, se cumple a la perfección en el caso del Club de Lectura de la Biblioteca Pública del Estado “Adolfo Suarez”. A mi modesto entender, este cordial rincón de debate, para los que solemos acudir a él, alcanza a ser incluso un acto de aprendizaje intelectual en sí mismo, otra forma diferente de acceder al conocimiento, pero desde la reflexión y la puesta en común.
En ese contexto, surgen discusiones y cuestiones en las que, afortunadamente, no solemos mostrarnos de acuerdo. Una de las últimas y que no quedó resuelta, surgió a propósito de la reunión en la que se comentó la novela Respirar por la herida de Victor del Árbol, que algunos etiquetaron como novela negra, mientras que otros la calificaron como policiaca.
Para discernir de primera mano dicha cuestión, y ahondar en las diferencias que existen entre novela policiaca y novela negra, se propuso comentar para este mes dos obras, cada una representativa de uno de estos subgéneros; por un lado y como paradigma de las novelas de detectives más al uso, se sugirió la lectura de “Asesinato en el campo de golf ” de Agatha Christie, mientras que como muestra de la novela negra se eligió a un clásico entre los clásicos: “El largo adiós” de Raymond Chandler.
A grandes rasgos y sin entrar en sesudas disertaciones, podemos mencionar que en la novela policiaca o detectivesca clásica, el interés principal radica en la resolución del enigma, en llegar a descubrir al autor del crimen a través de un procedimiento racional, basado en la observación e indagación, llevada a cabo por parte del protagonista en la mayoría de los casos.
Por contra, en la novela negra se ofrece una mirada más profunda a los conflictos humanos, prestando especial atención a los contextos sociales y a los matices de unos personajes llenos de dudas y contradicciones, donde el crimen a investigar pasa a un segundo plano y solo sirve de pretexto para trasladarnos al mundo delincuencial donde se desarrolla la acción .

En “Asesinato en el campo de golf”, Agatha Christie nos presenta al coronel Hastings , amigo íntimo del protagonista, el genial Hercules Poirot y que desempeña el mismo rol que Watson para Sherlock Holmes. El detective belga recibe una carta de un antiguo cliente suyo, el señor Renauld, demandándole ayuda ya que piensa que su vida corre peligro. Poirot acude con Hastings rápidamente, pero llega tarde, ya que Renauld es asesinado la noche antes. Su cuerpo se encuentra sin vida en un campo de golf vecino, además de hallarse a su esposa atada en el dormitorio y haber desaparecido joyas de la casa. El comisario Giraud de la Sûreté de París acude raudo a investigar los pormenores del caso, iniciándose un duelo de “ingenio” e investigación entre él y el famoso Poirot. El comisario francés pronto parece resolver el caso con los métodos habituales, mientras que Poirot pone en funcionamiento sus células grises y lleva la investigación por otro camino. La cosa se complicará cuando desaparece el arma del crimen y aparece un nuevo cadáver de un hombre desconocido…
Ni que decir tiene que la reina del misterio despliega en esta ocasión y como suele, una galería de personajes excéntricos como solo ella sabe concebir y donde la intriga es tan elaborada y compleja que incluso en ocasiones puede desorientar al lector (o al menos a mí me ha producido ese efecto), pero que merece mucho la pena, aunque tan solo sea por deleitarnos en el duelo de ingenio que se establece entre los dos investigadores.
En “El largo adios” de Raymond Chandler (que junto con Dashiell Hammett es uno de los escritores de novela negra de mayor prestigio), el narrador no es otro que el mordaz detective Philip Marlowe. Comienza la historia cuando una noche se da de bruces con Terry Lennox, el sumiso y alcohólico marido de una millonaria de costumbres disolutas, con el que el detective simpatiza de inmediato y acaba por tomarle afecto (quizás de tanto tomar gimlet en bares semivacíos). Todo cambia cuando la mujer de Lennox aparece muerta en la casa donde solía encontrarse con sus amantes, con el rostro destrozado. Terry acude a Marlowe y le pide ayuda para huir a México, lo que Marlowe hace de inmediato convencido de su inocencia y sin querer hurgar demasiado en lo sucedido. Poco después, se entera de que Lennox se ha suicidado. Pero antes de matarse, su amigo tuvo tiempo de enviarle una carta, y con ella un ejemplar de un raro billete: uno que lleva un retrato de Madison y vale 5.000 dólares. En la carta, Terry le dice adiós y le pide que vaya al Victor‘s a tomarse un gimlet en su memoria. Marlowe, como no cabría esperar de otro modo, cumple sin esfuerzo el encargo. A partir de ese momento, Marlowe inicia una ingrata investigación que lo lleva a ser detenido y golpeado por la policía, amenazado por un mafioso y coaccionado por el poderoso padre de la difunta, que se muestra más interesado en echar tierra sobre el asunto para no provocar ningún escándalo que por saber quién verdaderamente fue el asesino de su hija. En esas se halla, cuando conoce a Eileen Wade, una apabullante rubia de ojos violetas que dará lugar a una teoría sobre las rubias sencillamente antológica.
En estas dos novelas se aprecian bien marcadas las diferencias que refería al principio; en la novela de Agatha Christie los personajes se nos suele presentar bastantes estáticos y pocos matizados (salvo Poirot, claro está), donde los buenos lo son a todas luces y los malos son siempre perversos, donde no se exploran los motivos íntimos ni la historia que hay detrás de esos personajes. En cambio, en la novela de Raymond Chandler, el desarrollo de la acción es rápido, convulso y a menudo violento, y donde esta división de buenos y malos se difumina totalmente, rebasando los protagonistas a menudo la barrera del bien y el mal. Pero en mi opinión, la enorme grandeza de la novela negra reside en que en ellas la investigación policial, y más aun la figura del detective privado, ofrece una metáfora perfecta de la búsqueda de la verdad y la justicia en un mundo lleno de imposturas y corrupción (algo que sin duda en los tiempos que corren a nadie nos resulta del todo ajeno).
Autores tan consagrados como Eduardo Mendoza, J.J. Millás o Muñoz Molina han utilizado en sus obras elementos de la novela negra, aunque actualmente, podríamos afirmar que la mayoría de los autores que se acercan al género lo hacen pretendiendo mantener cierta voluntad de estilo, más que siguiendo el esquema que plantean los clásicos de referencia, lo que inevitablemente da lugar a novelas que podríamos llamar “híbridas”, y a denominaciones tomadas prestadas del cine, como es el caso del thriller o la novela de suspense.


Más allá del limite impreciso que separa ambas denominaciones y de los argumentos que se puedan alegar al respecto (¿existe en la narrativa española una verdadera separación entre la novela negra y la de detectives o policiaca?...), en última instancia nuestra única obligación como lectores se me antoja sencilla; olvidarnos de etiquetas y nomenclaturas, y abandonarnos sin más a la lectura.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Expiación de Ian McEwan






" expiación "de Ian McEwan

Por: Domingo Nofuentes Hernández.



Hace ALGUNOS Días PRESTE Oídos un Una Afirmación (Ahora No Dónde recuerdo, de aunque seguramente seria en la radio) con La que no podria Estar Más De Acuerdo. Alguien, lector un, aseguraba Que Para El los libros hijo Como las personalidades, Tienen Porque Propia Vida y nos abren las puertas de su experience, de Do Mundo, y Anadia Que gracias a por ellos Aprendemos Cosas, Principalmente, Mismos Nosotros Sobre. Siendo asi, En Este SENTIDO, UN leer libro es conocer a alguien; no al autor, por SUPUESTO, sino-un los personajes ya la historia Que Estós nos proponen. Y Como las personalidades, los Hay Que merecen mucho la pena conocer, que te dejan poso ONU Valioso y grato; Hay Unos Pocos Que se convierten baño Fieles Amigos Con los que te encuentras Más De Una Vez, otros de y, por el contrario, que te decepcionan y prefieres no volver a Verlos. Mar fuere como, asomarse un Un libro siempre Es Un Hecho Emocionante y prodigioso, y si: Además, al sumergirnos En sus Páginas descubrimos Que Se Trata De Una obra Absolutamente excepcional, then la Satisfacción Que sentimos es INMENSA.
Es Ahí Donde de nuevo se despliega el valor inestimable Que Ofrece Formar parte de la ONU del Club de Lectura, pues Hace Que Caigan en Nuestras Manos obras desde el lugar de OTRO MODO, ni por los mas sinuosos: mecanismos del azar, podriamos leer de motu propio.

Y Eso Es Lo Que nos ha ocurrido, en this OCASION, a la Mayoría de los Miembros del CLUB DE LECTURA de la Biblioteca Pública del Estado "Adolfo Suárez", Con El Libro Propuesto párr ESTE mes.
" expiación "(Ed. Anagrama), del escritor Británico Ian McEwan, es considerada por la mejor Muchos de Sus obras, Lo Que Como Premisa ningún vano Resultados de la Búsqueda, ya Que McEwan ha Sido calificado Como uno de los Miembros Más Notables de la talentosa generation Los novelistas británicos jóvenes, habiendo Alcanzado, asímismo, DIVERSOS premios por ALGUNAS de Sus obras, Siendo el mas reseñable el premio Booker Que obtuvó en 1998 por su novela Amsterdam.
" Expiación " es en efecto Una intensa novela poliédrica y en La que el autor despliega su inmenso talento narrativo. En sus Más De 400 Páginas, PODEMOS Encontrar inconfundibles trazos de suspense psicológico, el talante de Jane Austen o Virginia Woolf, e INCLUSO Cualidades de la mejor novela bélica del Siglo Pasado, muy al Estilo de Hemingway. McEwan, párr Ello, fragmenta la novela en cuatro contradictorio, marcadamente Diferenciadas entres sí en Cuanto al tono y al Estilo. En la primera parte nos PRESENTA a los Personajes Principales; La Familia Tallis, pasa Que el caluroso verano de 1935 en su casa de la campiña inglesa. Encontramos una Emily, la madre e infeliz Esposa de la ONU pecado matrimonio Amor, Que se ha encerrado en su habitación ¿aquejada de Una fuerte migraña (merece la pena leer la acertada y excepcional Descripción de la migraña Que hace el autor ...), MIENTRAS su marido , el siempre ausente Jack Tallis, la ONU Alto Funcionario desvinculado de su familia, esta en Londres. Briony, la hija Pequeña, narradora-protagonista of this historia y poseedora De Una delirante imaginación, ha escrito Una obra de teatro párr dar la bienvenida a un alcalde hermano Do, León, Que vuelve a casa junto con un Amigo Tras su periplo universitario. La hija mayor, Cecilia, también regresa de Cambridge, Donde no ha obtenido las altas notas Que Esperaba. Quien Si Lo ja ja made ​​Sido Robbie, El hijo de la sirvienta Y Protegido de la Familia, Que le de paga los Estudios. En ESE bucólico Escenario de aparente serenidad y vacua parecen transcurrir Los días, Hasta Que la imaginativa Briony ve un Cecilia salir empapada de la fuente vestida unicamente con su ropa interior y ante la atónita mirada de Robbie, Lo Que Hará Que la inventiva de Briony se desborde de tal Modo Que la niña terminará asumiendo Como ciertas Una serie de Conclusiones erróneas. Conclusiones Que unidas a los Hechos Que acontecerán Esa Noche Durante una cena de familia Harán Que la vida de todos Cambie radicalmente.
En la Segunda Parte, y desde el Punto de Vista de Robbie, el autor nos Lleva a la Segunda Guerra Mundial, concretamente a la caótica Retirada de las Tropas inglesas en Dunkerque en 1940, completo por Cambiando el Estilo y el ritmo de la narración, Que se colma de Episodios bélicos, descritos cruda y minuciosamente, Con Un lenguaje directo y En Ocasiones Hasta sencillo.
En la Tercera Parte, McEwan nos conducen de vuelta a Londres, también Durante la guerra, conozcamos Que Pará, un Través de los Ojos de Briony, Lo Que le ha acontecido un Aquella niña Que conocimos el verano de 1935 Y Que Ya Es Una joven Que Estudia enfermería y Cuya alcalde Ambición es Ser escritora.
Último Por, en la cuarta parte, el autor da Otro giro a la historia párr Esta Vez, con Briony narrando en primera persona desde su senectud en el Londres de 1999, ofrecer al tor de el desenlace.
" Expiación "pues Resultados de la Búsqueda, literaria Obra Excelente una, Principalmente Porque CONSIGUE aunar, de Modo magistral, Una gran historia, sazonada con un amor apasionado y precozmente frustrado, Que atrapa al lector (eso sí, un partir de la primera parte, Florerias Que result párrafo ALGUNOS tediosa poco des) Y Nos Mantiene expectantes, con Una muy depurada y estudiada técnica literaria, en La que se apoya el autor párrafo sin desvelar Nunca La Realidad al completo, sino-Que un Través de ESE narrador omnisciente Aparentemente Que Nos Lleva un percibir siempre Una Verdad sesgada y parcial, viéndose Obligado el tor de al constante Ejercicio de suponer, deducir y leer Entre Líneas.
CONSIGUE McEwan, con su prosa exquisita y elegante, change hábilmente la perspectiva narrativa, saltando de la ONU personaje un Otro, con Lo Que Logra ofrecernos Distintas y Diversas miradas de la ONU Mismo Hecho y favorece al Mismo Tiempo Que el lector Pueda APRECIAR El Magnifico andamiaje psicológico con Que El Autor Diseña los personajes.
Es al Mismo Tiempo Una novela muy densa y profunda, ya Que abarca: aspectos tan Propios de la naturaleza humana y tan universales Como los Arrebatos pasionales, la traición, la mentira, la incomunicación, la culpabilidad, el terror de la guerra, e INCLUSO nep Lleva un reflexionar Sobre Otros Temas cuentos Como lo arraigados que estan los prejuicios de clase o Sobre ESA falsa piso, Que CREEMOS Tener CUANDO aseveramos Las cosas, o el Daño Que Una maledicencia Florerias provocar en la vida de las personalidades, y TODO Ello pecado Renunciar un Esté también de presente la ternura, la Compasión por el Sufre Que y el exasperante clamor de la Conciencia Cuando Se yerra. Aprovechando las cavilaciones de Briony, el autor también nos Ofrece su atenta mirada Sobre la Creación literaria y su Proceso.

Con Toda ESA argamasa, en definitiva, McEwan Convierte Una buena historia (AUNQUE ALGO folletinesca) En Una excelente obra literaria, Que Ofrece los muchas lecturas paralelas al Que desee asomarse a ella, excepcionalmente Escrita y Cuyos personajes ha merecido mucho la pena conocer.

PD: Para Aquellos Que les interese, Una muy buena versión cinematográfica de la novela FUE estrenada en 2007, titulada en castellano "Expiación: Más allá de la pasión", por Dirigida Joe Wright e interpretada por Keira Knightley y James McAvoy







Ceuta, 28 de abril de 2015


Domingo Nofuentes Hernández  

jueves, 19 de febrero de 2015

TECHOS REDENTORES” de Manuel Cantera
por: Domingo Nofuentes Hernández




A aquellos a los que nos seduce la idea de escribir, de narrar historias, siempre nos surge la eterna pregunta de qué escribir; en ocasiones nos devanamos los sesos cuestionándonos de dónde podemos sacar una historia y unos personajes, o cómo hacer que estos resulten creíbles y llenos de matices, sin caer en la cuenta de que para crear personajes interesantes no hace falta ir a buscarlos muy lejos. La inmensa mayoría de nosotros tiene a mano hermanos, tíos o sobrinos, y los temas también están ahí. La experiencia de vivir en una familia es universal; ya sea por la intensidad de los sentimientos que se ponen en juego entre sus miembros o por la extrema complejidad de las relaciones que en ella convergen y se plantean, la familia sigue siendo uno de los grandes temas literarios. La familia, como decía Groucho Marx, es una gran institución, siempre y cuando te guste vivir en una institución (aunque aquí conviene aclarar que institution en inglés también viene a significar manicomio ).
Y es una familia, en este caso ceutí, sobre la que orbita la última novela editada en papel del escritor Manuel Cantera. En “Techos Redentores” (Ed. Alhulia), el autor perfila seis historias que confluyen en el mismo drama familiar; seis hermanas que, sin ser radicalmente distintas, gestionan de forma totalmente diferente sus propios fantasmas interiores. Con el propósito de comentar esta obra es para lo que nos reunimos los miembros del CLUB DE LECTURA de la Biblioteca Pública del Estado “Adolfo Suarez” el pasado día 17, contando para ello con la siempre amena e inestimable presencia del propio autor.
El título hace referencia a un poema de Kavafis, que sirve de exordio a la obra, y en la que nos avisa de por dónde va a ir la novela. En dicho poema, el poeta heleno nos exhorta a darnos una tregua y a que otorguemos la misma importancia al descanso que a las obligaciones, convocándonos a que busquemos refugio “bajo los confortables techos redentores”. A partir de ahí asistimos a la crónica del naufragio de una familia , muy convencional de puertas para afuera pero en el fondo totalmente desestructurada, tutelada con mano de hierro por un padre inflexible, militar de profesión, y a través de las voces de las seis hermanas (o cinco, mas bien), que mientras se preparan para la celebración del cumpleaños de una de ellas, se dejan arrastrar por los recuerdos de su infancia, haciéndonos partícipes de sus traumas y angustias más profundas. Construye así el autor un prisma hexagonal de seis capítulos, cada uno narrado en primera persona (menos uno de ellos) y a modo de monólogo interior, en el que nos son reveladas las emociones, las fantasías, las imágenes y la memoria de cada una de las protagonistas, con saltos asociativos en el pensamiento y en el tiempo, muy al estilo de la gran “Juanita Narboni”.
En una apreciación en la que la mayoría de los miembros del CLUB DE LECTURA estuvimos de acuerdo, fue en considerar que cada una de estas seis mujeres darían por sí mismas para seis novelas distintas, por la profundidad , y variedad de matices y colores que presentan estos personajes, que resultan al lector muy cercanos y reconocibles (por no hablar de los magníficos personajes secundarios con que se arropan ).
El autor logra así sacarle la “trastienda” a cada una de las protagonistas, propiciando que estas hermanas aborden al lector con su propio un estilo literario. Adelaida, la mayor, es una mujer de su casa, una madre de familia, muy reiterativa y pesada en ocasiones, un fiel reflejo de su propia madre, y cuya única preocupación es el bienestar de los suyos, evitar por todos los medios a su alcance que sus hijos sufran innecesariamente. Alicia, la siguiente en edad (el patriarca de la familia es tan obseso del orden que el índice onomástico de su prole lo tiene fijado alfabéticamente), es una profesora de Lengua y Literatura española en el instituto Campoamor que a toda costa quiere hacer ver a los demás que es una mujer independiente, cuando víctima de su educación sentimental, no hace otra cosa que estrellarse una y otra vez yendo en busca de un concepto tan idealizado de su hombre perfecto que solo existe en el interior de su cabeza. Amelia, química de profesión, rompe definitivamente su dependencia de los hombres y se autoexilia a la ciudad inglesa de Brixtol, donde trabaja en unos laboratorios, además de colaborar en una ONG con la que pasa un tiempo en los andes peruanos. Anastasia, en cambio, es el verso suelto de la familia, ya desde pequeña y cuando estudiaba en la Inmaculada decidió escoger el camino “fácil” de los robos y la delincuencia, convertida con los años en carne de presidio. Aurora, la penúltima de las hermanas, a pesar de ser la única que no aporta su propia voz a la novela (no puedo desvelar sus circunstancias sin que me acusen de spoiler), es la más feliz de todas ellas y el nexo de unión de esta familia, donde confluyen y se engarzan sus destinos. Por último, Azucena, la pequeña (unos quince años menor que Adelaida), se nos muestra como una profesional del pasotismo, inmersa en una dinámica de vida fácil que la lleva a creerse mejor que los demás por el simple hecho de haber participado en un “reality” televisivo.
Estas mujeres, como se acertó a especular en la reunión del Club y nos fue confirmado por el propio autor, son al mismo tiempo, un trasunto de la evolución sociológica que ha sufrido el papel de la mujer en nuestro país, donde Azucena viene a prevenirnos sobre el tipo de sociedad plana e insustancial a la que vamos irremisiblemente encaminados.
Asimismo, también nos confesó Manolo Cantera que esta novela es su empeño más ambicioso y personal, concebido como un homenaje a su madre, y por extensión a todas las demás mujeres , con las que confiesa sentirse en deuda. Y eso realmente se logra percibir en cada página de “Techos redentores”, donde se rinde pleitesía a esa sabiduría femenina y a ese instinto de supervivencia que les viene dado a las mujeres desde la mismísima Eva.
Es a pesar de todo una novela dura, aunque primorosamente bien escrita, y donde este brillante creador de mundos que es Manolo Cantera, nos hace reír y llorar de la mano de seis mujeres, que acuden a donde solemos ir todos cuando la vida nos zarandea y nos sacude; a refugiarnos en nuestro propio techo redentor para reponer fuerzas y poder así lamernos las heridas.



Domingo Nofuentes Hernández, Ceuta 18/02/2015 

viernes, 6 de febrero de 2015



Nos vemos allá arriba” de Pierre Lemaitre

Por: Domingo Nofuentes Hernández.



Las catastrofes matan a todo el mundo, las epidemias se ceban con ancianos y niños, pero solo las guerras exterminan a los jóvenes en número semejante”.
Con esta franca crudeza se expresa el narrador de esta historia, de cuya mano nos adentramos en el París de la posguerra de la Primera Guerra Mundial. En la Grande Guerre murieron más de nueve millones de personas, cifra nunca alcanzada antes en un conflicto armado, no es de extrañar pues, que para los franceses, aun hoy día, continúe tendiendo un formidable impacto en su inconsciente colectivo (en ese aspecto quizás se podría comparar con la Guerra Civil para los españoles ).
Una de las novelas que vio la luz al albor del centenario de la Primera Guerra Mundial, “Nos vemos allá arriba” de Pierre Lemaitre (Ed. Salamandra), fue la que se propuso para ser comentada en el CLUB DE LECTURA de la Biblioteca Pública del Estado “Adolfo Suarez”, y con ese propósito nos reunimos el pasado día 27. Esta novela fue galardonada en 2013, nada más y nada menos, que con el premio más prestigioso de las letras francesas, el premio Goncourt, lo que le ha proporcionado ya más de medio millón de ejemplares vendidos en Francia. Es uno de esos raros casos que apenas se dan en la literatura y en la que han convergido la opinión del público y la crítica.
Pierre Lemaitre (París, 1951), el autor, hasta entonces desconocido, es escritor y guionista, y debutó en la literatura en 2006, a los 56 años, con una novela negra (tiene otras cuatro novelas policíacas más), pero ha sido con “Nos vemos allá arriba” con la obra que se ha visto encumbrado ha ese Olimpo particular en el que se encuentran Proust y Malraux entre otros.
El argumento en principio no parece muy intrincado. Faltando pocos días para que finalice la Primera Guerra Mundial, un soldado francés, Albert Maillard, es sepultado por un obús y tras participar en una absurda ofensiva tramada por el teniente d´Aulnay-Pradelle para alcanzar fama y honores. Cuando ya estaba a punto de asfixiarse, un compañero suyo, Édouard Péricourt, logra desenterrarlo, con tan mala fortuna que un trozo de metralla lo alcanza y le desfigura terriblemente el rostro. Édouard es un dibujante excepcional , hijo de un todopoderoso hombre de negocios y tras la desmovilización de las tropas se niega a reencontrase con su familia. Albert, de origen humilde, está dispuesto a lo indecible con tal de compensar a Édouard, a quien le debe la vida, hasta el punto de que le ayuda a cambiar de identidad y que resulte dado por muerto. Mientras tanto, el insidioso teniente Pradelle, conoce a la hermana de Édouard y termina casándose con ella, obsesionado con subir a toda costa en su estatus social. Transcurre así la novela, con esta pintoresca pareja de exsoldados malviviendo en el inhumano París de la posguerra, mientras el oficial se va enriqueciendo y comienza a amasar una rápida fortuna con la construcción de cementerios en toda Francia, exhibiendo su ausencia total de escrúpulos tanto a la hora de exhumar los cadáveres como al emplear féretros tan pequeños y de tan mala calidad que sus trabajadores han de cercenar los cuerpos para que quepan en ellos. Pero Albert y Édouard encontrarán juntos la manera de vengar su desdicha, a pesar de que el camino no les resultará nada fácil.

Para los miembros del CLUB DE LECTURA ha sido todo un descubrimiento esta obra y coincidiendo de forma unánime en que se trata de una novela colosal, de las que dejan un indeleble y grato poso en el lector. A alguno de nosotros nos ha enganchado la trama una vez mediada la novela, cuando los dos amigos comienzan sus peripecias, porque es en ese preciso momento cuando comienza a avanzar a ritmo de novela de suspense, con ese estilo tan personal que despliega el autor; refinado a la vez que cercano, ágil y fundamentalmente, muy bien escrito. El narrador se nos muestra como alguien próximo, que incluso en ocasiones se dirige al lector, buscando su complicidad. La trama, además de sostener sobre sus hombros esa profunda carga dramática en la que se ponen de manifiesto las nefastas consecuencias que acarrean las guerras , está salpicada de momentos de ternura, de indignación, de ácida crítica y de humor, un humor en ocasiones muy negro.
No se trata de una novela histórica, como a simple vista pudiera parecer, ni bélica; es más una novela del genero picaresco, más emparentada con el Lazarillo de Tormes (como ha reconocido el propio autor en alguna entrevista) y con las películas de Berlanga de lo que en un principio cabría suponer (algunos episodios resultan muy cercanos a ese esperpento tan nuestro y tan presente en películas como “El Verdugo”). Es una novela que nos habla de la exclusión, de la picaresca de baja estofa y vulgar, pero también de la de alta alcurnia, de la hipocresía social y de las miserias humanas, de los obscenos manejos de los poderosos y los políticos, poniendo de manifiesto que algunas cosas, por mucho que pase el tiempo, nunca cambian.
Se trata de una obra que contiene multitud de lecturas, en la que se nos hace ver, por ejemplo, que a los jóvenes que sirvieron de carne de cañón se les puede sacar rentabilidad incluso después de muertos, y nos mueve a ser testigos de la doble moral de una cínica sociedad como la de aquel tiempo; obcecada en la permanente liturgia del pasado, más empeñados en encargar monumentos a los caídos que en ocuparse de los excombatientes, mutilados y desahuciados que dejó la guerra tras de sí.
En cuanto a la pintoresca galería de personajes que despliega el autor, son de una profundidad y complejidad tal que cada uno daría para protagonizar su propia novela. En ocasiones resultan algo prototípicos, como ocurre con el arribista sin escrúpulos de Predalle, un malo malísimo de manual, pero por lo general gozan de una rica diversidad de matices. En este aspecto los dos protagonistas principales merecen un punto y aparte; a pesar de que a alguno de nosotros les evoca cierta analogía con la pareja formada con Sancho y Don Quijote, son de una complejidad psicológica digna de elogio, unidos en la desgracia y en el rencor que comparten, resultan ser al mismo tiempo un paradigma formidable de la lealtad más exacerbada y pura.
Nos vemos allá arriba”, por encima de todo, es un alegato antibelicista, en la que el autor deja ver sin ambages el sinsentido de las guerras, apuntando que éstas no ocurren porque sí, sino porque obedecen a los oscuros propósitos de unos pocos que solo ven en ellas una indecente posibilidad de negocio (no hay nada más que recordar cómo algunas empresas se frotaban las manos ante la reconstrucción de Irak). Por su modo tan particular de enfocar la temática bélica, a alguno de los miembros del Club de Lectura nos recordó esa obra de arte del cine que firmó Stanley Kubrick en 1957 llamada “Senderos de Gloria”, que interpretó espléndidamente Kirk Douglas en el papel principal. Es, en definitiva y bajo nuestro punto de vista, una obra maestra con mayúsculas.

En otro orden de cosas y para redondear la jornada, tuvimos el placer de asistir, en la Sala de Usos Múltiples de la Biblioteca Pública del Estado, a la presentación de la nueva novela de Manuel Cantera, “Techos Redentores”, en la que plasma su gran conocimiento del universo femenino. Este apreciado miembro del Club de Lectura y “jubilado cascarrabias”, como a sí mismo se define, tras deleitarnos con la “Bella Ciao” a modo de “intro” , y conminarnos a prestar un minuto de silencio en conmemoración al septuagésimo aniversario de la liberación del Campo de Auswicht por parte de las tropas rusas, se dispuso a desplegar sus artes de prestidigitador en un circo de tres pistas, cuya carpa cosió él mismo a su medida, y que hizo las delicias de los presentes. Manolo, gran lector y mejor escritor, incluso nos brindó, como si de un refinado aperitivo se tratase, unos párrafos de su siguiente novela, protagonizada por el detective Nacho Docavo (Vidrio Topacio, 2013) y que verá la luz en los próximos meses. Precisamente “Techos Redentores” es la propuesta del Club de Lectura para la siguiente reunión, en la que tendremos la impagable oportunidad de vernos de nuevo las caras con el padre de la criatura.









Ceuta, 28 de enero de 2015

Domingo Nofuentes Hernández